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sábado, 27 de abril de 2024 02:12h.

Entre programas políticos y realidades - por Nicolás Guerra Aguiar

"Así pues, y con las prudencias pertinentes en cuanto que Syriza solo lleva un mes en el Gobierno, su programa permanece ahí, a la espera quizás de mejores condiciones, pues es mucho lo que Grecia debe"

Entre programas políticos y realidades - por Nicolás Guerra Aguiar *

   Un eurodiputado griego de Syriza (en la foto, con 93 años), el señor Glezos, publica en su blog un artículo cuyo mensaje es demoledor: pide perdón a sus paisanos porque aquella formación política, afirma, les hizo creer que era de izquierdas. Por tanto, los invita  a reaccionar “antes de que sea demasiado tarde”.  

 

   Entiendo su desesperación y terrible desencanto. Recordemos que millones de griegos estuvieron a punto de darle la mayoría absoluta a un partido que significó la esperanza para eliminar la humillación a que la ultraliberal Europa comunitaria los tenía sometidos. Además, había llevado a los votantes un Programa que defendía la justicia social para víctimas de conservadores gobiernos anteriores. Aquellos, embriagados en corrupciones, mentiras, saqueos a la Hacienda pública y venta de todas las empresas estatales a precios de saldo, hipotecaron Grecia.

   Sin embargo, el terrible acoso a que el nuevo Gobierno heleno se ve sometido por la despiadada troika económica obliga a nuevos replanteamientos. Estos se oponen no solo a las medidas defendidas por Syriza durante la campaña sino, además, a quienes creyeron que ya había llegado una nueva era, la recuperación de la dignidad ciudadana.

   Europa no permitirá que Syriza como Gobierno obtenga ningún trato humanitario ante la despiadada cacería a que es sometido. Ni tan siquiera consentirá que aquel país respire aire limpio y de esperanzas por más que su bancarrota viene de atrás, de gobiernos ultraconservadores que representaron y defendieron a ultranza los intereses económicos de quienes actuaron como prestamistas, es decir, la propia Europa, a punto de embargarles la Acrópolis al completo. Porque Europa era consciente del caos, de la degeneración política, de la miseria a que Grecia había sido sometida hasta enero de 2015: sin embargo, nada denunció. Muy al contrario, estaba encantada con el mantenimiento de situaciones caóticas: a fin de cuentas, todo eran beneficios para el capital privado europeo.

   Sin duda, Syriza no calculó la reacción. Creyó que un Gobierno elegido democráticamente podía imponer condiciones a los prestamistas, a gobiernos que actúan como representantes directos de empresarios, bancos… Porque estos ya no ejercen a través de fieles dictadores: delegan su representación con visos de pureza democrática y colocan en las cúspides políticas a los suyos. (¿De dónde llegaron, por ejemplo, ministros españoles como los de Economía y Defensa? ¿A dónde retornarán una vez hayan cumplido los servicios encomendados?)

   Incluso –parió la baifa- los comunistas griegos se convierten en otro enemigo de Syriza, partido al que denominan de centro derecha. Y por más que un ministro griego declarara hace poco que ellos están en el Gobierno para evitar un nuevo rescate, mandar al carajo a la troika y cumplir el programa electoral, lo cierto es que  el amenazante caos económico que conduciría al hundimiento financiero forzó al Gobierno a aceptar la mayor parte de las condiciones impuestas con guadañas por el Banco Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea. Estos organismos económicos, sabemos, imponen radicales, insultantes y deshumanizadas medidas si algún país les pide financiación económica: interesan los intereses.

   Por tanto, ¿debe dimitir el Gobierno –como ya se oye en Grecia- por el incumplimiento de sus promesas electorales, de su Programa tan radicalmente opuesto al de quienes gobernaban en el país? ¿Acaso ha traicionado Syriza a sus electores en cuanto que, al menos en apariencia, se ha doblegado a las condiciones  impuestas por Europa?   He aquí la cuestión.

   Porque si aceptáramos como imposible la ejecución de sus promesas electorales debido a la intolerante presión europea, quizás deberíamos tener en cuenta también que el PP del señor Rajoy es víctima –al menos en teoría- de las imposiciones de Europa. O lo que es lo mismo, debe cumplir –aunque también contradice su programa-  las reglas que Europa dicta para evitar lo que pareció inminente hace tres años: que España fuera intervenida. Por tanto, esclavistas condiciones de trabajo y desmantelamiento casi absoluto del que se llamó “estado de bienestar” (abandono a su nigérrimo futuro de los más necesitados;  desarme de la educación estatal con reducciones en becas, contratos de trabajo, calidad de la enseñanza y fortalecimiento de la universidad privada para másteres; desarbolamiento de la medicina pública…) podrían ser, en conclusión, consecuencia directa de un sistema europeo rigurosamente impuesto sobre España, acaso equivalente al que sufre y padece Grecia.

   Sin embargo, hay grandes diferencias. Una: los gobiernos griego y español no coinciden más que en su condición humana, están formados por personas. Dos: las ideas políticas son radicalmente contrarias. Tres: en apariencia, Syriza busca el bienestar de los griegos; el señor Rajoy, el de aquellas empresas a las que representa. Cuatro: el PPresidente cumple cuando desmonta asistencias sociales; Syriza, sin embargo, busca atender a los millones de abandonados. Cinco: el PPresidente español consuma los dictados de Europa –la Europa del interés económico- porque ideológicamente coincide con quienes imponen las reglas; Syriza se enfrenta a Europa desde un planteamiento humanitario, de interés social. Seis: el PPresidente está pletórico con el estado actual de nuestra sociedad, a fin de cuentas es suyo. Syriza quiere transformarlo por inmoral, injusto, deshumanizado. Siete: Syriza quiere mantener pensiones, calidad sanitaria y educación; el señor Rajoy invirtió miles de millones nuestros en la banca privada... a fondo perdido.

   Así pues, y con las prudencias pertinentes en cuanto que Syriza solo lleva un mes en el Gobierno, su programa permanece ahí, a la espera quizás de mejores condiciones, pues es mucho lo que Grecia debe; su economía está casi en el absoluto caos (así viene de ocho años atrás, la “herencia” a la que tanto recurre el PP de hoy). Que Syriza actúe o no como un Gobierno con base social se verá cuando consiga quitarse de encima parte de la terrible deuda con Europa que los conservadores contrajeron. Pero, al menos, debe tener su oportunidad por más que ya está condenada a los infiernos, el Hades de sus ancestros (curiosamente, también por los comunistas griegos). 

* Publicado con autorización del autor