Buscar
domingo, 28 de abril de 2024 22:04h.

Un “proyecto de país” o un “proyecto de clase” - por José Molina Ramírez

 

fr jmr
Arturo Borges Álamo recomienda este artículo
JOSÉ MOLINA RAMÍREZ
ILUSTRACIÓN JOSÉ MOLINA RAMÍREZ

Un “proyecto de país” o un “proyecto de clase” - por José Molina Ramírez *

La “izquierda neoliberal”, en su afán de “parecer normal”, ha terminado asimilando, asumiendo el lenguaje de la derecha, ha contaminado su análisis social y político con el de la derecha, desecha el análisis que asume la lucha de clases como el motor de la historia, como la confrontación entre trabajo y capital, entre poseedores y desposeídos. Y lo sustituye por el análisis reformista de un capitalismo con supuesto rostro humano.


No sé a ustedes, pero a mí cuando desde la “izquierda” me hablan de “proyecto de país” no me queda bien claro, mejor, nada evidente, de qué me están hablando. 

Cuando la derecha, la oligarquía, la clase pudiente, los Feijóo y los Abascal, para entendernos señalando a sus más ínclitos representantes, hablan de país sí que tengo claro, clarísimo, a qué se refieren, aunque en realidad ellos no suelen hablar de “país” sino de España, da igual como lo llamen, parlotean de ese territorio que habitamos todas/os como el señorito habla de su cortijo, de su propiedad porque pertenecen a la clase social que prospera en él, a la que dispone del  24,2% de la riqueza patrimonial del territorio.

En el país de Feijoó o Abascal no hay problemas para llegar a fin de mes o para cogerse unas vacaciones, para hacer frente a un imprevisto, enviar a sus hijos a un colegio dotado de buenas instalaciones deportivas, laboratorios y medios humanos más que suficientes, tampoco para adquirir una vivienda, pedir un préstamo, ir al dentista o tratarse de una dolencia.

El país de Feijóo o Abascal no es, evidentemente, el mismo que el de una parte de sus votantes y de la inmensa mayoría de sus NO votantes que dependemos de una sanidad pública, con interminables listas de espera, de una educación deficitaria en medios materiales y humanos, de unas instituciones de crédito que no van a concederte un préstamo, a menos que dispongas de recursos previos que te avalen, de un mercado inmobiliario que te veta el acceso a una vivienda digna en alquiler o propiedad …

Feijóo y Abascal viven en un país diferente, en una España distinta, a la de una parte sustancial y mayoritaria de los habitantes del territorio que sí que tenemos problemas para llegar a fin de mes, hacer frente a un imprevisto, obtener un puesto de trabajo bien retribuido, conseguir una vivienda digna en alquiler o en propiedad o pagarnos unas vacaciones.

A Feijóo y Abascal no les crea ninguna contradicción hablar de España, o de “proyecto de país” si viniese al caso, ellos saben que están hablando de su clase cuando hablan de país o de España, su “proyecto de país” es el “proyecto de su clase”, lo que se traduce en mantener el statu quo actual, el capitalismo, la propiedad privada, la apropiación de la plusvalía que genera el trabajo asalariado, seguir disponiendo de ese 24% de riqueza patrimonial y, a ser posible, aumentarlo, en ello están.

Para ellos el país ideal, o casi, es el país en el que viven, “mejorado”, eso sí, con el que tienen en mente, con su “proyecto de país” que no es sino una alternativa que defiende y mantiene los privilegios de su clase, el proyecto donde los datos que cuentan son los de los beneficios empresariales y la apropiación de recursos y rentas.

En 2021, el beneficio de las empresas del IBEX 35 en su conjunto fue ya un 63 % superior al de 2019, esta tendencia se ha acelerado. Tan solo en el tercer trimestre de 2022 anunciaron resultados un 30 % superiores a los del mismo periodo del año anterior.  

Su proyecto de país contempla, en exclusiva, los beneficios a su clase, para el resto, para los que no son parte de ella queda la beneficencia, ONGs o Iglesias, o, simplificando, el “búsquese usted la vida”, que los dineros están para otra cosa que no para sanidad pública, vivienda pública, educación pública, pensiones, creación de empleo, becas de comedor o dependencia y, en todo caso, es usted el responsable de su situación y no España. 

Para la derecha los problemas, las carencias que se denuncian desde la clase trabajadora no son sino producto de la envidia o de un mal uso de las oportunidades que ellos, los propietarios del cortijo nos han brindado, basta con escuchar a la presidenta de la Comunidad de Madrid cuando dice que «la justicia social es un invento de la izquierda que solo promueve la envidia y que normaliza el delito castigando a la gente de bien, como ocurre con la ocupación».

Empieza a ser frecuente que, al discurso de la derecha en defensa de su clase, del mantenimiento y ampliación de sus privilegios se oponga el discurso, llamémosle “inclusivo”, de “proyecto de país” por parte de una “izquierda”, con lo que el grado de confusión, al menos el mío, ya es máximo. 

La “izquierda”, o una parte de ella, habla de “proyecto de país” como si realmente la gente que ocupa este territorio, el mismo territorio, la misma zona delimitada por el Mediterráneo, el Atlántico, incluidas las islas, tuviesen intereses y objetivos comunes, como si las necesidades de todos/as estuviesen cubiertas por igual, como si la realidad material fuese, para todos /as, una realidad única.

Una parte de la “izquierda” presenta un “proyecto de país” como si en el territorio no se estuviese desarrollando una confrontación permanente entre quienes lo tienen todo y quienes no tienen nada o casi nada o teniendo algo están siempre en tris de perderlo a manos de quienes disponen de todo y quieren aún más.

Uno de cada cuatro euros en España está en manos de solo el 1% de la población. Según un estudio de Oxfam este escaso porcentaje acumula el 23,1% de la riqueza neta total. Según el mismo trabajo los salarios pierden peso y los ahorros de los más pobres disminuyen, al tiempo que las grandes empresas aumentan beneficios. 

En 2008 el 1% más rico concentraba el 15,3% de la riqueza neta total, en 2021 esta cifra aumentaba al 23,1%, según datos de Oxfam, lo que demuestra que la riqueza en España se concentra “cada vez en menos manos”.

Una parte de la “izquierda” habla de “proyecto de país” renunciando a hablar de “proyecto de clase”, de proyecto de la clase trabajadora, de alternativa transformadora, de la necesidad de un proceso de transformación radical y superación del capitalismo, de los/as que vendemos nuestra fuerza de trabajo a cambio de un salario y no recibimos sino las migajas. 

La inflación ha reducido el poder de compra de los hogares en peor situación un 26 % más que el de aquellos con mayores ingresos. Al mismo tiempo, los salarios en términos reales caen a niveles similares a los vividos durante los peores años de la gran crisis iniciada en 2008, y son ya un 4 % inferiores a los de entonces. 

Haría bien esa “izquierda” si, en lugar de hablar de “proyecto de país”, hablara de “proyecto de las trabajadoras y los trabajadores”, de “proyecto de la clase obrera”: «el trabajo es el que crea la riqueza de la sociedad y la clase obrera es el centro del sistema. El capital sólo puede aumentar gracias a la plusvalía creada por la clase obrera». 

Acertaría la Izquierda en hablar de proyecto de clase, de una alternativa para cambiar la distribución de la riqueza y que esta, la riqueza que generamos las trabajadoras/es, no vaya a parar siempre a las mismas manos. 

La “izquierda neoliberal”, en su afán de “parecer normal”, ha terminado asimilando, asumiendo el leguaje de la derecha, ha contaminado sus análisis social y político con el de la derecha, desecha el análisis que asume la lucha de clases como el motor de la historia, como la confrontación entre trabajo y capital, entre poseedores y desposeídos. Y lo sustituye por el análisis reformista de un capitalismo con supuesto rostro humano.

Esa “izquierda neoliberal” pretende hacernos olvidar que la sociedad capitalista es una sociedad de clases enfrentadas, donde los privilegios de unos pocos son satisfechos gracias a las carencias que sufren muchos/as.

Las trabajadoras y los trabajadores que habitamos este territorio compartimos el dudoso honor de ser los segundos en el continente europeo donde la diferencia entre ricos y pobres se ha hecho más grande en los últimos tiempos. Estamos, también, por encima de la media en la posibilidad de seguir empobreciéndonos.

YOLANDA EN LA BURRITA CON GARZÓN
YOLANDA EN LA BURRITA CON GARZÓN

La “izquierda neoliberal” con su mezcla de relativismo, escepticismo y vocación a lo “políticamente correcto”, que se avergüenza de identificarse con la clase social de los desposeídos, que no se atreve a presentar un proyecto de clase y decir que lo es, que pretende cuadrar el círculo armonizando la explotación de la clase trabajadora con los beneficios empresariales y la apropiación por la oligarquía de la plusvalía que generamos las trabajadoras y los trabajadores, que enmascara la lucha de clases con la concertación y la paz social, siempre cediendo en beneficio de la clase dominante y en perjuicio de la clase trabajadora, no nos descubre nada, eso mismo lo venía haciendo la socialdemocracia desde su nacimiento.

Esa “izquierda” que ha cambiado sus propios códigos de clase, solidaridad internacional y lucha contra el fascismo por el automatismo ideológico de la propaganda occidental, se enfrentará en unos días a una confrontación electoral diseñada por la socialdemocracia y la derecha para laminar cualquier posibilidad de transformación política y social, para asegurar más aún si cabe el sistema criminal e injusto que sitúa a la mayoría de la población en la precariedad y la desposesión.

La “izquierda neoliberal” a pesar de sus pactos y confluencias, aderezados todos con un espectáculo de vetos personales, acuerdos locales que se aceptan con unos sí y con otros no, con una ausencia clamorosa de programa, al menos hasta la fecha, con lo que cabe preguntarse ¿sobre qué están hechos esos acuerdos? o ¿a qué se comprometen los confluyentes? Se encamina a su extinción o a su abducción por el PSOE.

No cabe sino esperar que de este cataclismo que se avecina, la clase trabajadora y los partidos que aún conservan en sus filas núcleos de militantes comprometidos con el socialismo, tomen las riendas de la transformación radical de la sociedad y la hagan posible.

* Gracias a José Molina Ramírez y a la colaboración de Arturo Borges Álamo. Publicado originalmente en HOJAS DE DEBATE

 

https://hojasdebate.es/opinion/un-proyecto-de-pais-o-un-proyecto-de-clase/

HOJAS DE DEBATE
mancheta junio 23