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sábado, 27 de abril de 2024 05:50h.

Quieren que desaparezcamos   por Carlos Martínez

 

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Quieren que desaparezcamos   

Carlos Martínez, politólogo, expresidente de Attac España  y secretario general del Partido Socialista (PSLF) 

 

Imagino que a los trabajadores y trabajadoras de las sociedades obreras de la Primera Internacional, hubo quien les llamó locos y utópicos por pretender combatir al capitalismo industrial en su fase de mayor apogeo. Sé que cuando Pablo Iglesias junto a otros socialistas fundó el movimiento socialista español sindical y político, sufrió ataques y burlas. Estoy convencido de que esto ocurrió en todo el mundo en las etapas iniciales del movimiento obrero. También cuando los pueblos colonizados comenzaron a luchar por su independencia sufrieron represión y la violencia de colonos blancos y las metrópolis. Cuando las izquierdas de clase fueron una fuerza creciente sufrieron cárcel, paredones de fusilamiento, despidos y hambre.

Ante situaciones revolucionarias y máxime tras el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917, la burguesía en pocos años apoyó el fascismo y financió y armó a las bandas fascistas. Las derechas y las burguesías internacionales persiguieron a sindicatos de clase y partidos obreros. A pesar de todo, los partidos y sindicatos del Trabajo, crecieron y se consolidaron y los movimientos de independencia comenzaron a triunfar a partir de los años sesenta del siglo XX. 

Qué llevaba a aquellas mujeres y aquellos hombres a resistir y morir con dignidad ante un pelotón o en una barricada, a perseverar e iniciar nuevas revoluciones y huelgas. Muy sencillo, creían que el mundo iba a cambiar y ellos iban a triunfar. Tenían proyecto de sociedad diferente de la capitalista y superior a la democracia liberal. Su objetivo era una sociedad sin clases y sin opresores ni oprimidos. Utilizaban los huecos y avances en las democracias burguesas conquistando el voto universal. Si era preciso, la lucha armada o revolucionaria y/o el Parlamento según fuera necesario. Hay proyecto de sociedad socialista. Por eso fueron capaces de resistir, de no corromperse y organizarse. Los partidos obreros eran una familia de una ancha base y con diferentes procedencias laborales. En las colonias también.

Cual es pues el trabajo de las burguesías, primero prohibir, encarcelar y asesinar. Después dividir, comprar, infiltrar. Inventar nuevas teorías. Convencer de que las patrias existen. Enviarlos a la guerra para acabar con el internacionalismo y apoyar a líderes sin sueños, sin programa de clase y corromperlos. El socialista francés Jaures fue asesinado por oponerse a la gran guerra. Los fascistas metieron a  todos y todas en Alemania en campos de concentración. A pesar de todo en toda la Europa ocupada por los nazis, se echaron al monte y resistieron. Seguían teniendo sueños y un mundo nuevo en sus corazones.

Pero la burguesía tampoco cedió, perseveró y lanzó a profesores y abogados a atemperar las ideas y acabar con los sueños. Los dictadores que gobernaron en nombre del “paraíso socialista” también contribuyeron al desarme de las ideas.

Tras la segunda guerra mundial y aprendida la lección, la reconstrucción en Europa llevó a construir una sociedad socialdemócrata y liberal que quitará los sueños más allá de un vehículo utilitario y las vacaciones de verano. Luego llegaron las universidades y las fundaciones que fueron laboratorio de nuevas viejas ideas y de nuevos lenguajes que en un cambio social profundo lograron calar y cuando el “socialismo burocratizado y aburrido” ya no tenía nada nuevo que aportar en la URSS. Las izquierdas creyeron las nuevas predicas burguesas y los partidos obreros, todos ellos, tanto socialistas como comunistas se llenaron de profesionales de clase media que acomodaron al sistema los viejos partidos de la clase.

Con el felipismo y el balirismo los nuevos desembarcados en las izquierdas, asumen el liberalismo, su corrupción y su venta al mejor postor a finales del siglo XX y el XXI con una nueva división contra el socialismo de clase y en el estado español, además convirtiendo el partido en monárquico. Inventaron estos renovadores que los viejos partidos ya no sirven, y los populistas verdi-morados, que el partido es una rémora y la izquierda se debe dedicar no a luchar por la igualdad, los intereses de clase, el cambio social y el orgullo de pertenecer a la clase trabajadora, sino a su fragmentación en cientos de segmentos sociales diferenciados, múltiples tribus, diferentes modelos y en colaborar con la burguesía en destruir empleo, burlarse de los sectores más desprotegidos de la clase obrera y de la mujer obrera, negándola. Renunciaron a la lucha de clases en un mundo cada día más desigual y más injusto, más violento. Colaborando con la burguesía en destruir los valores del Trabajo organizado, sus partidos y sus ideas. Por tanto sin sueños y sin partidos surgen las extremas derechas con fuerza porque ante la empanada que montan los progres woke, las extremas derechas populistas hablan el lenguajes de la calle, de los barrios y de los campos, de todos aquellos sectores del pueblo hundidos por la globalización. El populismo progresista o la socialdemocracia con muchos casos de corrupción a cuestas ya no son la referencia en pueblos y barrios. A demás desde la propia socialdemocracia oficialista y los woke se aniquila y ridiculiza la disidencia de izquierdas. El ocaso de los partidos obreros ha llevado a la emergencia en sus sucedáneos de cesarismos, parejas con poder total y dedazos a montón. Nada que diferencie de los otros. Todos son iguales se dice.

Sin embargo, resistimos. Los partidos son imprescindibles para quienes sufren explotación, olvido, desigualdad y los sindicatos deben ser recuperados para que cumplan sus funciones y sus objetivos fundacionales, no la basura de los servicios.

De la misma forma que los pueblos oprimidos y colonizados necesitan sus movimientos de resistencia y sus frentes políticos. Necesitan su valor y organización. Los pueblos del Sur Global son los únicos que en gran parte no han perdido sus sueños.

Porque a pesar de que el capitalismo ha fracasado, pues hay hambre, cada vez más pobreza y guerra, Los woke nos dañan e impiden cambiar este mundo sumido en el caos capitalista. El sistema está en una crisis galopante, dispuesto a morir matando, es decir matándonos.

Quienes apuestan por la OTAN, la guerra, los grandes tinglados destinados solo y exclusivamente a fortalecer el capitalismo como la Unión Europea y son corruptos no tienen nada que ver con las ideas que impulsaron los partidos del Trabajo.

Por eso hay que volver no solo a soñar sino a proyectar una sociedad diferente que nada tiene que ver con la que la Unión Europea representa. 

Mientras tanto en las ruinas de Gaza, Las arenas del Sahara o Burkina, las minas de Bolivia o Sudáfrica se vive y muere con dignidad. Aplastados por el sistema que los globalistas han diseñado, pero al que las clases trabajadoras de muchos lugares del mundo se enfrentan. El mundo está cambiando y debemos luchar. Somos una opción triunfadora.           

* Gracias a Carlos Martínez

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