La casa de mi tía
El grito del pueblo de Burgos, es claro: Su ciudad es de ellos y de ellas, no de La Calle, el alcade pepero que pretende favorecer con una bora a unos amiguetes. Lo que está pasando en Burgos, con la gente levantada, harta por las trapisondas del pode,r es un ejemplo para todo el estado, pero muy particularmente para Canarias. El silencio informativo de la prensa sumisa no ha podido matenerse de manera total, pero, aunque informan de las protestas populares (la de verdad, no las de ese partido que usurpa el digno apelativo), no declaran los auténticos motivos de la ira ciudadana. La masa burgalesa se queja de que se vayan a estallar ocho millones de euros en una reforma urbanística, no solamente innecesaria, sino concebida para proporcionar negocios a empresas privadas afines al poder y adjudicada a una empresa conocida por sus chanchullos delictivos. Tanto es así que su dueño, Méndez Pozo ya estuvo dos años entalegado por delitos de corrupción urbanística.