Álvaro y Honorio, tan hediondo es el que engoda como el que se deja engodar

Me regodeo, escuchando voces asombradas por el escarnio a la dignidad política que acaban de protagonizar en Tacoronte el alcalde Álvaro Dávila, de la coalición empresaria llamada canaria y el concejal de Sí se puede, el velillo sin vergüenza, Honorio Román Marichal. Me regodeo, porque esto que ha pasado en Tacoronte, es algo común y corriente, entre los partidos que confunden la política con un basto gangocheo.

 Afirman algunos historiadores y politólogos que el comportamiento político de los españoles en su Historia Contemporánea está sometido a bandazos periódicos e inesperados, que sorprenden a propios y extraños.

La izquierda madrileña –desde la roja a la granate, pasando por la morada- vive unas semanas de agitación orgánica a tres meses de las elecciones municipales y autonómicas.