El director de JUSTICIA ALIMENTARIA, Javier Guzmán denuncia en NUEVA TRIBUNA cómo los ricos del mundo, el G7, mantienen su despotismo, condenando a crecientes masas de personas al hambre. Lo señala el coherente veterano militante socialista Antonio Aguado Y yo, Chema Tante, insisto en que es el hambre. El hambre que, lejos de remitir crece en el mundo en una hiriente demostración de la crueldad de los poderosos. Y vale la pena destacar esa reiteración de Gurmán exhortando a la recuperación de métodos de producción alimentaria locales...
Martha Golfín en DIARIO 16 insiste en esta tétrica realidad. La brecha social se expande en el Mundo. Yo, Chema tante, ten go que decir que los multimillonarios que acaparan las riquezas del mundo ganan siempre. Con inflación o con depresión, Con las vacas gordas o flacas, gracias a la lenidad de unos gobiernos felones.
David Márquez Ayala y, David Penchyna Grub, en LA JORNADA ofrecen sus sombríos vaticinios económicos para lo que queda de año. Lo ha recogido Francisco Morote, de Attac Canarias. Y yo, Chema Tante, no puedo decir nada más que el drama económico y social que ya estamos viviendo tiene un origen último; la codicia y el egoísmo de unas pocas personas que están acaparando las riquezas y los recursos cuya carencia causa tanto sufrimiento.
Pasqualina Curcio en ALAI, PRESSENZA, TERCERA INFORMACIÓN ÚLTIMAS NOTICIAS, insiste en un drama que lejos de aliviarse, crece.. El hambre en el mundo, gente que no come, cuando sobran los alimentos. Lo señala Francisco Morote, de Attac Canarias
Federico Aguilera Klink recupera este insigne texto, de 2002, con el que Jeremy Rifkin incorpora un tercer elemento al debate sobre el excesivo consumo de carne roja, Además de una cuestión de saludy ecológica, se trata de un problema social. Las brutales cantidades de carne roja que se necesitan para atender la demanda de la gente afortunada, es preciso dedicar enormes extensiones de tierra cultivable a producir piensos, en lugar de cereales para la gente. Piensa Sánchez, piensa...
Las declaraciones y resoluciones de Naciones Unidas son monumentos de la inoperancia de esa organización y de la felonía de los gobiernos de sus estados miembros, que jalonan toda su historia. Y esto de los rimbombantes acuerdos que se toman en relación con el hambre y la desigualdad son, desde luego, el colmo de la miseria moral. Hace ya cuarenta y siete años, Naciones Unidas montó una Conferencia Mundial de la Alimentación que redactó esa Declaración Universal sobre la Erradicación del Hambre y la Malnutrición que fue aprobada, con toda desfachatez, por la Asamblea General de Naciones Unidas. Luego, en 1996, los mismos estados se reunieron en Roma, en la faramallera Cumbre Mundial de la Alimentación, en la que formularon exactamente los mismos propósitos acordados 22 años antes y sistemáticamente deshonrados todos esos mismos años. Y, como estos gobiernos del mundo no se sonrojan, se atrevieron, en 2000, a establecer, dándose plazo hasta 2015, los Ocho Objetivos del Milenio, de los cuales el primero se refería, de nuevo, a Erradicar la Pobreza Extrema y el Hambre. Lo que dijeron en 1974, repitieron en 1996 y remacharon en 2000, no lo han cumplido, ni en 2015 ni en este 2021. El hambre, la desigualdad, el deterioro de la habitabilidad del Planeta, han mantenido su gravedad, creciente. En los países pobres, y en los países opulentos, mucha gente sufre hambre y las terribles consecuencias de la malnutrición. Lo gobiernos, todos los gobiernos del mundo, se desentienden del problema. Y solamente las organizaciones humanitarias intentan con sus cortos recursos, aliviar tan terrible problema. Un terrible problema, sí, que, por cierto, está en el origen de gran parte de las migraciones que los mismos gobiernos felones se empeñan en reprimir, dedicando a ello considerables cantidades de dinero. El dinero, precisamente, que no invierten en cumplir sus propios compromisos y acuerdos. El dinero que acaba en las cuentas de los tiranos de los países famélicos o de las empresas que fabrican vallas, cuchillas y armas de represión. Francisco Morote, de Attac Canarias recomienda la lectura de la Declaración de 1974 y subsiguientes. Sin embargo, yo, Chema Tante, por una vez, no estaré de acuerdo con mi admirado amigo. No lo lean. Porque la lectura de estos documentos de 1974, 1995 y 2000, sume en la más negra desesperación a cualquiera que tenga algo de sensibilidad y solidaridad humana. Y no olvidaré proclamar el honor y gloria que le cabe al voluntariado de todas esas OMG's que se enfrentan al drama que los gobiernos del mundo desprecian.