La casa de mi tía
Mientras la alcaldesa de Madrid hacía su ridículo olímpico, mientras se estallaban el dinero con un viaje de lujo a Buenos Aires de un montón de gente, la Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo, EMVS, perpetraba el acoso a una ciudadana de 45 años que no podía pagar 900 euros (si, no falta ningún cero) que debía de alquiler. Y, como consecuencia de tan astronómica deuda, no le prorrogaban el contrato de alquiler social y la lanzaban de su vivienda. Y la mujer, otra que se suma al desespero y la impotencia, se quitó la vida. Otro asesinato del ultraliberalismo. Una más que se suma a los otros casos, los que se conocen y los que no se conocen. Una muerte más que añadir a la larguísima lista de las víctimas de la agresión de los ricos contra los pobres. Y, mientras escribo esto, me congela el alma el convencimiento de que, allá arriba, en las esferas de la riqueza, no solamente no se conmueven por estas noticias, sino que se alegran.