Firmas
El empresario tabaquero llegaba temprano al barrio de Las Meleguinas un día más con su coche deportivo, todos sabían a lo que venía, ya era habitual su presencia, nadie decía nada, se limitaban a observar desde lejos cuando tocaba en la puerta de Ana María Morales la mujer de Sinfo Santana, el joven asesinado por la Brigada del amanecer nueve años antes, cuando se lo llevaron sin que hubiera salido el sol, directo a la Sima de Jinámar, para arrojarlo vivo a ese abismo volcánico con el camión repleto de hombres con la manos atadas, todos vecinos de zona centro de la isla de Tamarán.