Cultura
Hay días en que uno pisa la calle y, tras distintas actividades, rememora aquella secuencia que leí en algún sitio: “Hoy hace un día estupendo. Por tanto, es casi seguro que alguien vendrá a jodértelo”. Y la jeringona sentencia se cumple al pie de la letra, ¡malrayolaparta! Lo cual implica, de paso, que nuestros ritmos cardíacos se disparatan y pueden aproximarnos a la apoplejía mental. O nos dejan en la fase intermedia, la del emputamiento, que también se las trae.
Supongo, estimado lector, que alguna vez a usted le habrá sucedido lo mismo que a mí: aunque hayan pasado muchos años sin ver a un amigo de juventud, el reencuentro impacta en los primeros momentos, más si es inesperado, casual, fortuito.