La anomalía que se da con la Justicia en España, abre puertas a cosas indeseadas

Erasmo Quintana

Uno de los principales problemas que padece España como país democrático es la larga mano que tiene el Partido Popular con el Gobierno de los Jueces y, lo que es lo mismo, en el Consejo General del Poder Judicial. No se trata de algo que invite a la sospecha o que pueda prestarse a discusión. Es algo cierto y palmario, que tanto daño hace a la normalidad democrática del país. Un cargo importante del PP lo dijo con toda claridad, jactándose de “tener manejados a los jueces por la puerta de atrás”.

https://www.eldiario.es/politica/justicia-cgpj-cosido_1_1833518.html

La política es lo que se quiera hacer de ella; así, puede ser noble y altruista sin medida, o torticera y canalla hasta la saciedad. Con el tema de la “amnistía”, los partidos PP y VOX han encontrado un filón, pues tratándose de una medida que todos los políticos han tomado sin mayor problema, esta vez que el partido de coalición que gobierna lo ha usado, retuercen cuanto pueden la oportunidad de envenenarlo todo, hasta conseguir inocularlo a la población cándida y crédula, que es la mayoría.

No se repara en que el perdón nos pone en un plano superior, haciendo más grande a las personas. Y a este pueblo católico, decirle que en el perdonar está la esencia misma del cristianismo.

¿Por qué se cae tan fácilmente en la manipulación interesada de estos dos partidos insolidarios y egoístas? ¿Descubro algo nuevo si afirmo que los Gobiernos de la derecha trabajan a destajo para beneficio de los que más tienen, de las grandes fortunas, y que emplear el dinero público en las personas más necesitadas es despilfarrarlo? Las clases vulnerables que viven con sueldos de miseria o enfermas crónicas, necesitadas de lo mínimo por ello, no les quitan el sueño al PP y a VOX. Lo verán claro en sus discursos: el problema social -que en verdad existe- no ocupa, lo que se dice nada, el cuerpo de sus arengas y proclamas.

https://www.youtube.com/watch?v=qZhTGt3M5_8

Otra verdad incontrovertible de esta derecha “exquisitamente democrática”  que es el Partido Popular, lo vemos en su convencimiento de que las mociones de censura que ellos hacen son legales y democráticas, pero las que les hacen a él, como la de la alcaldía en el ayuntamiento de Pamplona, es un “pacto de encapuchados” de lo más vergonzoso. Pues se dicen “Si lo hacemos nosotros está bien y es justo; si nos lo hacen a nosotros, es un  abuso antidemocrático y barriobajero”. Como vemos, una forma curiosa de entender la práctica democrática que tienen los nostálgicos del franquismo.

El PP presenta una moción de censura con Vox para hacerse con la alcaldía socialista de Mijas EL PAÍS

Primera moción de censura en la provincia: PP e IU se unen para desbancar al PSOE de Candelario  EL DIARIO

Esa doble vara de medir está en lo acontecido en política, pues también es notorio en el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, cuando le afea al Partido Socialista que no le reconozca que fue su partido el más votado en España, lo que le da, convencidísimo el mismo, legitimidad para ser el que forme gobierno, que él debe ser el presidente y no Sánchez. Nada menciona de todas esas comunidades autónomas donde el PP, unido a Vox, ha desbancado al PSOE, que fue el partido más votado, mandándolo a la irrelevancia. Ejemplo, aquí mismo, en Canarias, que el PP se unió con CC, para mandar al socialismo -la fuerza más votada- a la sala oscura de la oposición.

Toda aquella legión fascista, muerto el dictador, continuó en la recién inaugurada democracia, que nacía viciada en origen, pues no fue como consecuencia de una ruptura total del régimen dictatorial franquista, sino que se hizo posibilitando una “transición” de continuismo orgánico de los que estaban en el tardofranquismo con sus “pesebres”. Toda aquella abrumadora clase política del sistema continuó sin necesidad de bajarse de ningún cargo. Resultado, dictadores reconvertidos de la noche a la mañana en demócratas. Todo siguió igual con dictadores travestidos en ejemplares demócratas de toda la vida. No hubo, pues, borrón y cuenta nueva.

De aquellos polvos, estos lodos. La impresión que se tiene de la España actual es que sigue siendo muy de derechas y, en alguna medida, también de extremaderecha. Lo vemos en esos pequeños grandes detalles, como las inmensas manifestaciones contra Sánchez, porque como presidente del Gobierno quiere amnistiar a Puigdemont.

Cuando apareció en la escena política Vox, ya lo dije en mis comentarios, que éste es en esencia antidemocrático. Que se tuviera cuidado, pues siendo heredero del franquismo, nuestro sistema le viene como anillo al dedo para  moverse en él como pez en el agua; que si la suerte le acompaña y llegara al Gobierno, haría como todos los dictadores, de izquierda o de derecha: “Se acabó la democracia”.

Con Vox, aquella consideración que se tenía a los representantes políticos, ese respeto de tipo social no es intocable. Con Vox, es ya de lamentar el trato ofensivo, miserable, de que está siendo objeto el mismo presidente, calificándolo de todo lo peor y más ofensivo a lo íntimo. Abascal (Vox), pletórico junto al nuevo presidente de Argentina, Milei, de su cuerda, le vaticinó a Pedro Sánchez que “habrá un momento dado” en que el pueblo querrá “colgarlo por los pies” -como lo fue Mussolini junto a su amante-.

No se le tiene ya respeto ni como persona. A tanto llega la temeridad, que ayer, en el Parlamento Europeo tuvimos que oír ladridos de perro -a Sánchez dirigido- por la megafonía de la Sala, así como las sonrisas que el hecho provocó en sus señorías, conocedores de a quién iba dirigida la “broma”, pues la miserable envidia amarilla no sabe cómo ofender a alguien que está ahí gracias a la democracia. Al final, Sánchez pudo sacarse una espina en la contestación que le dio al presidente de los populares europeos en el Parlamento, el alemán Weber, al que preguntó si sería capaz de llenar las calles de Berlín con nombres de representantes del Tercer Reich. Lo fulminó. Éste pidió la palabra, mientras Pedro Sánchez se retiraba del Hemiciclo. 

* Gracias a Erasmo Quintana