Broncano y Motos, distraer a la sociedad de sus problemas - por Jacinto Ortega del Rosario
Otros de Jacinto en La casa de mi tía
Broncano y Motos, distraer a la sociedad de sus problemas
Jacinto Ortega del Rosario
exconcejal de Cohesión Social, Igualdad y Juventud del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.
La llamada “guerra de audiencias” entre David Broncano, con su programa La Revuelta y Pablo Motos, conductor de El Hormiguero, es un reflejo más de la obsesión por distraer a la sociedad de los problemas verdaderamente importantes.
Esta supuesta batalla mediática se presenta como una disputa por quién reina en la televisión, pero en realidad es una cortina de humo que encubre la falta de atención hacia los asuntos que afectan directamente a la vida de los ciudadanos.
En un contexto de inflación descontrolada, crisis de vivienda, precariedad laboral y desigualdad social creciente, la saturación mediática de temas triviales como la competencia entre dos programas de entretenimiento es alarmante. Los medios y redes sociales parecen estar más interesados en contar los puntos de audiencia, viralizar entrevistas ingeniosas o deslices cómicos, que en promover debates profundos sobre la sanidad, la educación o los derechos laborales. La atención pública se diluye en una competencia ficticia que desvía la conversación de los temas urgentes.
Este fenómeno no es exclusivo de Broncano y Motos. A lo largo de la historia, el entretenimiento ha servido como una vía de distracción. Desde los romanos con su "pan y circo", hasta los reality shows contemporáneos, los poderes mediáticos y políticos saben bien que mientras la población esté ocupada con espectáculos ligeros, la presión por abordar las demandas sociales disminuye. La industria del entretenimiento es una herramienta eficaz para este propósito, ofreciendo una evasión constante a la gente, generando la sensación de que lo importante se juega en la televisión, y no en las calles o en el Congreso.
No se trata de despreciar la cultura pop o el entretenimiento en sí mismo, que tienen su valor en una sociedad plural y diversa. El problema surge cuando estos espacios mediáticos, que podrían ser oportunidades para introducir temas serios de forma amena, se reducen a un show banal en el que lo más relevante es quién entrevista mejor a un influencer o qué programa ha conseguido una audiencia superior en el prime time. Mientras tanto, el paro juvenil sigue altísimo, la precarización laboral avanza y la crisis climática amenaza con consecuencias irreversibles.
Además, esta "guerra" entre Broncano y Motos también refleja cómo la televisión actual, incluso en sus formatos más "innovadores", sigue estando dominada por hombres que perpetúan un monopolio en el ámbito de la conversación pública. Se presenta como una pugna de titanes, pero en realidad es un duelo en el que faltan voces diversas: de mujeres, de minorías, de colectivos marginados que podrían estar visibilizando temas que no encuentran hueco en estas plataformas de máxima audiencia.
La ironía radica en que tanto La Revuelta como El Hormiguero se promocionan como espacios en los que se puede abordar cualquier tema sin tabúes, pero los límites del debate están claramente marcados por la industria y el entretenimiento ligero.
En la Revuelta, suelen dar protagonismo a deportes minoritarios, se centran en el entretenimiento y no se adentran en cuestiones que incomoden al poder o generen un impacto real en la percepción del público sobre los problemas estructurales del país y suelen quedarse en la superficie, diluyendo el mensaje entre chistes fáciles o virales para redes sociales.
Por otro lado El Hormiguero ha pasado de ser el programa, de entretenimiento, preferido por muchas familias a otro espacio más político utilizado para atacar al gobierno actual.
Es urgente que la ciudadanía recupere la capacidad crítica para discernir qué tipo de información es relevante y qué es pura distracción. La audiencia televisiva no debería ser el termómetro del éxito o la relevancia social de un programa, sino su capacidad para generar debates que importen, para reflejar las inquietudes de la sociedad, y para abrir espacios a nuevas perspectivas. La verdadera batalla no está en los números del share, sino en quién ocupa las pantallas y qué mensajes se están transmitiendo.
Mientras tanto, seguimos inmersos en esta disputa fabricada entre Broncano y Motos, discutiendo quién hace las mejores bromas o tiene la entrevista más viral, mientras los problemas que afectan a la mayoría de la población siguen sin encontrar un espacio real en los medios. La televisión puede ser una herramienta de cambio, pero mientras siga dominada por estas cortinas de humo, lo único que conseguirá es perpetuar el statu quo.
Por cierto. Soy más de Broncano.