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jueves, 18 de abril de 2024 10:09h.

Los buenos españoles - por Xandru Fernández

 

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Los buenos españoles - por Xandru Fernández *

Alguna explicación habrá para que el racista español se escandalice cuando le dicen que es exactamente eso, un puto racista de mierda que debería avergonzarse hasta de respirar

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'Primer desembarco de Cristóbal Colón en América', de Dióscoro Puebla. / Wikimedia Commons
​ 'Primer desembarco de Cristóbal Colón en América', de Dióscoro Puebla. / Wikimedia Commons

 

Nadie con dos dedos de frente dudará de que España es un país racista. Luego, si llueve y no os dejan salir a jugar al parque, podéis pasar la tarde discutiendo si son más racistas los españoles que los ingleses o los alemanes que los rusos. Tal vez en Forocoches den un premio o algo. A los que tenemos más cosas que hacer no nos preocupa el ránking: el racismo no es un cáncer, no hay estadios diferenciados en función de la gravedad del caso, sino una bala en la cabeza, que te mata con la misma seguridad que veinticinco. O al menos te deja el cerebro hecho papilla, que es justo de lo que hablamos cuando hablamos de racismo.

No concibo pasatiempo más deleznable que ese ritual de niño rico en busca de atenuantes para la maldad. Lo practicaron los nazis con célebres resultados, pero aquí, en esta España que presume de no haber sido nunca racista, como si la expulsión de los judíos hubiera sido una mudanza estacional, no hubo juicios de Núremberg que limitaran su ejercicio. A plena luz del día y con patente de corso. No pasa día sin que el enteradillo de turno, ese que se cree historiador porque colecciona banderitas de los tercios de Flandes, te sermonee sobre la superioridad metafísica del imperio español frente sus pobres imitadores europeos: lo que en Francia e Inglaterra fue vesania depredadora, fue en España misión evangelizadora, por la misma regla de tres que hace de Isabel I de Castilla una adelantada del feminismo y del cardenal Cisneros un teólogo de la liberación. De España se sale puro y civilizado para purificar y civilizar el mundo entero, y el español de bien consentirá en compartir pureza y civilización con los moritos, los sudacas y los catalufos, pero reservándose siempre el derecho de llamarlos así y hacerles sentir a diario que la indulgencia es un regalo divino que puede convertirse en castigo a poco que uno olvide cuál es su sitio.

De España se sale puro y civilizado para purificar y civilizar el mundo entero

Alguna explicación habrá, me digo, para que el racista español se escandalice cuando le dicen que es exactamente eso, un puto racista de mierda que debería avergonzarse hasta de respirar. Creo que tiene que ver no solo con la incapacidad del racista español para considerarse racista, sino también con su incapacidad para entender en qué consiste el racismo. Es como si (y subrayen, hagan el favor, el como si) para el racista español los demás racistas del mundo no tuvieran nacionalidad. Como si (subrayen, insisto) el racista español imaginara una especie de Internacional Racista cuyos miembros no se sienten alemanes ni franceses, sino blancos a secas. De vez en cuando, algún racista español se sacude su yugo identitario y se siente uno más de esos Racistas Sin Fronteras, como aquel imbécil de la CEDADE asturiana que, en los años noventa, acudió a un encuentro de nazis en Alemania y salió con la mandíbula rota por ser de una raza inferior. Al racista español le cuesta entender que el racista alemán no necesariamente participa en picnics de hermandad racial con sus homólogos noruegos y suecos, sino que siente y vive su condición racista como una extensión más de su identidad nacional. Por eso se sorprende cuando le llaman racista: lo que él es, dice, y no se avergüenza de ello, es español. A secas. Portador de una esencia tan íntimamente ligada a la superioridad racial que, en su mundo, contaba con una festividad de exaltación nacional llamada precisamente Día de la Raza.

La naturalización del racismo en España no es, probablemente, ni mayor ni menor que en el resto de las antiguas metrópolis del colonialismo europeo. Es un elemento más de esa maquinaria de extorsión que continúa bombeando ideas chungas en el imaginario global. Pero asusta bastante esa propensión de tantos españoles a sentirse agredidos en su identidad cuando se señala el comportamiento racista de sus compatriotas. Como si no concibieran otro modo de ser españoles que ese asco infinito hacia media humanidad. Por eso las excusas, los aspavientos, la minimización constante de episodios como el de Vinícius. Los buenos españoles no quieren quedar mal.

 

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* Gracias a Xandru Fernández y a CTXT

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