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martes, 16 de abril de 2024 21:39h.

No te calles - por Julián Ayala

 

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No te calles - por Julián Ayala Armas, escritor y periodista *

“Como no estás a salvo de nada,
intenta ser tú mismo
la salvación de algo.”

Ida Vitale

Los pájaros de la juventud han volado a hacer sus nidos en árboles ajenos. Es inútil lamentarlo. La ignorante y presurosa dicha de entonces sólo tiene parangón en la consciente melancolía de hoy, sabia y morosamente cincelada como un camafeo antiguo.

No es momento de lamentar nada, sino de seguir viviendo. Si antes construiste amores eternos que pronto pasaron, dejándote un acre sabor en los labios y en el alma, si participaste en las que parecían grandes gestas colectivas, aunque estuvieran levantadas sobre cimientos de ilusas proyecciones, ahora con los pies mejor apoyados en una tierra que sabes movediza, no dudes en renovar amores, que serán tan efímeros pero no por eso menos intensos que los de entonces, esfuérzate en levantar proyectos más cercanos a la realidad, más humildes y acordes contigo mismo, que aquellos de otros tiempos.

Aunque sepas que no vas a cambiar el mundo no por ello debes dejar de luchar para que sea mejor. Sólo tenemos esta vida y es injusto que muchos la pierdan sin haber tenido la menor opción a vivirla con gozo. La búsqueda del placer no está reñida con el displacer de la tristeza y de la rabia –la tristeza por las víctimas, la rabia por las injusticias–, que nos acometen más a menudo de lo que sería deseable. Estar perennemente alegre en un mundo donde a cada minuto se miente, se roba y se asesina, donde todos los días se hace daño gratuita e impunemente a millones de personas, es ser un idiota o tener la sensibilidad de un peñasco. Acoge, pues, con naturalidad la penosa sabiduría de los años y aparta de tu mente falsas ilusiones.

¿Pero hasta qué punto no es esto una pose para aguantar el tipo? ¿De qué sirve escribir contra la injusticia en un mundo donde las víctimas no saben leer? O, lo que es peor, leen, pero no lo entienden ¿Para qué seguir clamando en este desierto de sangre y de lágrimas, donde los gritos de los que sufren y la arrogante algarabía de los verdugos impiden que tus voces se oigan? ¿No es mejor, o al menos más razonable, cerrar el quiosco, apagar la luz, dedicarte a vivir tu vida, desinteresándote de los demás?

Es natural que tu ánimo flaquee. No obstante, recuerda este lema de antaño: “La libertad de los otros amplía mi propia libertad hasta el infinito”. No puedes ser feliz si prescindes de que los demás lo sean. No puedes encerrarte en tu torre de marfil. No hay torres de marfil para los que pretenden ser justos. Sólo quedan en pie torres de egoísmo y desamor, torres de crueldad y de perfidia sobre inmensas llanuras de dolor. No cabe la neutralidad. O estás a cubierto en alguna de esas torres o estás a la intemperie en la llanura, o estás con los verdugos o estás con los que sufren sus sevicias. Y si estás con estos últimos y puedes, defiéndelos, son los tuyos, no los traiciones. Aunque sepas que quizá no te escuchen, aunque sepas que si te escucharan quizá no te lo iban a agradecer. Así es el corazón de los hombres y debes contar con ello.

Más grave todavía: ahora sabes que tu esfuerzo no va a ser coronado por el éxito, que no vas a poder cambiar sustancialmente las cosas. No añores tiempos pasados: antes era igual, pero lo ignorabas. Agradece esta amarga lucidez y no cejes, pese a todo. Nadie te va a premiar en otra vida y es posible que los poderosos de este mundo intenten castigarte aquí por ello. Pero no te calles: si te oyen habla, si no te oyen habla también. Sólo los muertos están callados.

* Gracias a Julián Ayala y a LA CLAVE CUENCA. En La casa de mi tía con autorización

https://www.laclavecuenca.com/2022/09/15/no-te-calles/

JULIÁN AYALA
JULIÁN AYALA

 

la clave cuenca

 

 

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