Contando novedades políticas, que no son tan nuevas - por Erasmo Quintana *

Las más pequeñas causas producen los más grandes efectos en los pueblos, en los países, y nada digamos del mundo. Dicho de otro modo, “en los pequeños detalles se encuentran las grandes intenciones.” La presente semana que termina, un representante de la derecha española, el poco maduro Pablo Casado (por su extrema juventud, puede ser), en su afán de desprestigiar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, largó desde la tribuna parlamentaria que “la Guerra Civil fue el enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían ley sin democracia”, frase que podía bastar para deslegitimar y correr a gorrazos a alguien que vive, precisamente, gracias a ésa que llamamos “democracia”.

Franquistas sin ley ni democracia fusilando a republicanos demócratas legales

Todo el “emperramiento” de este muchacho, Casado, es que no se ve en un gobierno de su partido, ahora que viene una lluvia de millones de la Comunidad Europea para hacer frente a la tremenda crisis ocasionada por la pandemia coronavírica.

Para él, en manejar ese aluvión de millones de euros está el avance en todos los órdenes que tienen que ver con la marcha de su partido. Son maestros en lo de manejar dinero público, haciendo verdad la sentencia que dice: “El que anda con miel se unta”. Esperemos, por otra parte, que el PSOE no caiga en esa tentación, atendiendo a Anatolio France, que dijo: “El robo es punible; el producto del robo es sagrado.” Robar es lícito (para quienes lo practican) con tal de que los ladrones no violen demasiado escandalosamente la Ley y cuenten con la distracción o el favor de los tribunales y los gobiernos. De no ser así, ¿habrían tantos multimillonarios como ahora?

En la anterior entrega hacíamos un comentario sobre las primarias celebradas recientemente en el PSOE de Andalucía, que ganara el alcalde de Sevilla, Juan Espadas a Susana Díaz. Bien, pero por ello no debemos lanzar las campanas al vuelo. El elegido Juan Espadas es fruto de las mismas estructuras jerarquizadas del PSOE, donde existe el despabilado que va tejiendo la telaraña a su alrededor, cosa que consigue repartiendo prebendas encaminadas a puestos de salida en listas a elecciones para cargos públicos. A este partido político lo recuerdo en los momentos del fallecimiento del Dictador e inicios de la Transición (Régimen del 78), que es un remedo algo más democrático.

Eran momentos que daba gusto participar en política, haciéndonos miembros de los partidos recién legalizados. Nos sentíamos atraídos por aquellas asambleas de las agrupaciones locales, en las que todo lo sometíamos a respetuosos y encendidos debates, sin encorsetamientos ni castrantes limitaciones, por lo que los militantes nos considerábamos parte importante del partido al que pertenecíamos.

Nos sentíamos alguien, y no sólo peones para pegar carteles en las campañas. En definitiva, daba gusto estar y participar en el partido. Hoy, éste es otra cosa. A lo largo de más de cuarenta años, Congreso a Congreso, se ha ido poco a poco cercenando en los Estatutos la participación de los militantes, que ya más que militantes, son simples “afiliados” adocenados que no cuentan para nada: sin voz ni opinión, sin otra cosa que no sea pagar la cuota. En esa época se daban cursos de formación a la militancia, de modo que quien se afiliaba conocía la historia de su partido, y con ello ser consciente de dónde estaba y para qué fue fundado el PSOE por Pablo Iglesias Posse. 

Hoy no se conocen estos cursos, y quien se acerca a la Agrupación, lo más seguro es que no sabe dónde se ha metido. Pero tal vez no le importe, porque el móvil de su acercamiento va por otros derroteros más “interesantes” para él. En aquel tiempo, perteneciendo yo a la Ejecutiva local de Las Palmas de G.C., uno de los mejores alcaldes que ha tenido esta ciudad, Juan Rodríguez Doreste, siempre muy respetuoso con su partido, se sentaba con nosotros en la calle Pi y Margall para consensuar la composición de la lista que pensaba llevar al Ayuntamiento en unas inminentes elecciones locales. Tanto ha cambiado el Partido Socialista que ésto no se ve en la actualidad. Los cabecillas que se hacen con los resortes del poder (adueñándose del partido), ni pasárseles por la cabeza tener que contar con la militancia para confeccionar las listas. Con el ordeno y mando tienen suficiente. Y los afiliados, calladitos en el silencio de los corderos.

Los males inveterados de esta España siguen siendo los mismos de los de aquellos próceres del pasado reciente: Costa, Ganivet, Ortega y Gasset, Unamuno, Antonio Machado, Maeztu, Baroja o Azorín… en que cada institución se estima como un fin y nunca como un medio, que crece desmesuradamente a expensas de papá Estado. A que exceptuando contadísimas ocasiones, casi nadie ocupa por derecho propio su puesto, que alguien lo aupó: los altos cargos políticos y administrativos (aquí Toni Cantó, al cual la “divina” Díaz Ayuso le pone al frente de la defensa del español ¡en la Comunidad de Madrid!); a que cualquier fracaso o inmoralidad de los poderosos (el Rey Emérito), jamás se les impone sanción alguna, más bien se les protege, buscándole excusas, cuanto más peregrinas, mejor. Estas cosas ocurren en este desventurado país nuestro, donde se da la kafkiana paradoja que galardonamos con ascensos las derrotas y derrotamos a los que sobresalen con meritísimas proezas.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana