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viernes, 29 de marzo de 2024 06:37h.

La decisión de Sofía - por Antonio Cabrera de León

FRASE CABRERA

La decisión de Sofía - por Antonio Cabrera de León *

El fin justifica los medios, escribió Bonaparte. Con esa negación de principios morales asoló Europa y llevó la ruina y la muerte a millones de personas. Es la misma negación que un siglo más tarde latió en las entrañas de grandes genocidas como Hitler, Franco, Mussolini o Stalin.

El principio ético reza justamente lo contrario: el fin no justifica los medios. Los medios que se pongan para alcanzar un fin, es decir, las decisiones y los actos que se lleven a cabo, han de justificarse por sí mismos moralmente. Lo contrario nos lleva a defender la invasión, el exterminio, el asesinato, el latrocinio y cuanta maldad sea capaz de crear el ser humano para conseguir tan altos fines como la expansión de Francia, el triunfo de la raza aria, o la abolición de la democracia.

Hecho el planteamiento vamos con el nudo. ¿Votar o no votar a un sinvergüenza para que sea magistrado del tribunal constitucional? Hoy estoy generoso, así que sinvergüenza es lo menos que puedo decirle a un profesor de una universidad pública que da clases en una universidad privada sin permiso de la pública. Quienes lo han votado eligieron estar en el primer párrafo, justificando su voto con la finalidad perseguida porque lo votado es injustificable. Ese es el ejercicio tradicional de la política, la que se practica aplicando los principios del príncipe de Maquiavelo, aquella en la que todo vale para conservar el poder.

Pero si queremos entender que la política es la organización de la vida en común, estamos obligados a buscar un ejercicio alternativo de la misma. Uno basado en la ética y en aceptar que el fin no justifica los medios y que éstos han de justificarse por sí mismos. Quienes se negaron a introducir al sinvergüenza en el tribunal constitucional eligieron el segundo párrafo: votar respetando la ética. Mejor dejar morir un tribunal antes que llenarlo de mierda.

“La decisión de Sofía” es una magnífica novela de Styron, convertida luego en una no menos excelente película. En ella Sofía se ve obligada a tomar una decisión mientras es prisionera en el campo de exterminio de Auschwitz. Un nazi le plantea un dilema: los dos hijos, niño y niña, de Sofía serán deportados en un tren que está a punto de partir a Birkenau para ser asesinados en el horno crematorio. Pero el nazi la deja decidir si quiere salvar a uno de ellos. No acepta que se ofrezca ella en su lugar, sino que enviará a la muerte a uno de los niños o a los dos. El nazismo plantea el dilema, la madre debe tomar la decisión.

Salvar un hijo condenando al otro o dejar que maten a los dos. La decisión es el medio, mientras la dignidad y la vida son el fin. Cualquier decisión de la madre es injustificable por sí misma: en un solo acto salva a uno y condena al otro, o los condena a los dos. Ahí, la moral y la ética son expuestas a sus propios límites. Votar o no votar a un sinvergüenza no fue un dilema tan duro como el de Sofía. Éticamente sólo cabía rechazarlo y ésa es la política que vinimos a hacer.

La obra de Styron se centra en la terrible decisión de una madre porque es donde está la tragedia que construye la novela. No presta atención a la maldad porque no está escribiendo sobre ella. El nazi que plantea el dilema es un personaje irrelevante porque la maldad es inherente al nazismo. De manera análoga, en el Parlamento del Estado ha recibido poca atención la fuerza política que postuló a un sinvergüenza para el tribunal constitucional. Quienes plantearon el dilema recibieron poca atención. Fueron los nazis y el Partido Popular.

 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Antonio Cabrera de leónj

ANTONIO CABRERA DE LEÓN RESEÑA

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