Lo que no se hizo equilibrado ¿quedó acabado? - por Erasmo Quintana *

Un remozado Teatro Pérez Galdós sirvió de espléndido marco al principal acto que tuvo lugar en 2009 con motivo del 106º Aniversario del Cabildo Insular de Gran Canaria. La efeméride llevó a sus rectores a reconocer la valía de hombres y mujeres que se habían distinguido por su amor y entrega a la Isla: merecimientos para acogerlos como hijos predilectos y adoptivos. Además de aquellos que habían destacado por sus valores humanos, sobresalió el acto que se desarrolló con brillantez al estar bien concebido. Todo el recinto respiró grancanariedad, desde el contrapunto de las piezas musicales elegidas, hasta los mismos galardonados.   

De entre ellos, quiero reparar en el hijo predilecto Nicolás Díaz-Saavedra de Morales, un enamorado de su Isla, que no perdonaba el maltrato al que la sometieron más de uno, pues le dolía Gran Canaria en lo más hondo. Serio y comprometido, el malogrado amigo Nicolás era hombre culto, elegantemente discreto y pura corrección, lo que hacía que se le respetara siempre allí por donde iba. Me acompañó a la entrañable isla de Cuba, él en representación de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas en el año 2005, cuando el Ayuntamiento de Guía (a través el concejal de Cultura que yo era), decidió poner una placa conmemorativa al gentilhombre guiense, uno de los padres de la Constitución de Cádiz en la primera República Española de 1812. además de Arcediano y Maestrescuela de la Catedral de la Habana, el Canónigo Pedro José Gordillo y Ramos. Nos secundó en aquel evento el Historiador de la Habana, Eusebio Leal Spengler, colocando también una placa -junto a la nuestra- en nombre del pueblo de Cuba, enfrente de La Bodeguita de Enmedio, en la calle Empedrado, lugar donde residió Gordillo hasta su muerte. Junto a nosotros, asimismo tuvo una intervención destacada y sentida el amigo Nicolás Díaz-Saavedra. 

Pedro José Gordillo y Ramos

En el amigo también formaba parte de su natural ser reacio a banderías políticas; él las entendía mera herramienta para dar soluciones a problemas que atenazaban su entorno, erradicando, si podía, toda injusticia. En los albores de la democracia fue senador por designación real, cargo que utilizó en la defensa de su Isla durante la primigenia Preautonomía canaria, participando en todas las reuniones donde se ventilaba el reparto de las sedes administrativas entre las dos islas capitalinas. En el Pacto de Las Cañadas, los del PSC, UCD y los no adscritos, llegaron al acuerdo de: Parlamento en una isla y Presidencia del Gobierno en la otra, sin especificar más. Tanto anduvo la UCD -futura ATI-, que se llevaron a Madrid al grancanario José Miguel Bravo de Laguna, y en la Cafetería Medinaceli, entre café, copa y puro, lo convencieron para romper el acuerdo de las Cañadas del Teide, fijando la sede del Parlamento en Tenerife y la Presidencia alternante -cuatro años en una capital y cuatro en la otra-. El premio de consolación fue dar a Gran Canaria la Delegación del Gobierno Central. Lo que no se hizo equilibrado ¿quedó acabado?

La pluma se le cae a uno de las manos, metafóricamente hablando, siempre que trato este tema. Qué bisoños fueron los representantes de Gran Canaria permitiendo el reparto administrativo que se hizo desde los primeros prolegómenos de la Preautonomía Canaria. Salvo excepciones -el amigo Nicolás- hubo mucha flojera canariona y un buen juego de cartas por la parte de Tenerife. Hay, todavía hoy por aquí, mucha gente que no le importa cómo quedó el reparto. Y más todavía, que si se comenta tan solo, lo estiman improcedente, afeándolo como algo opuesto a la inteligencia. Esta postura conformista ha dado lugar a más improcedencias, como, por ejemplo, que la mayoría y las más importantes consejerías que correspondían a la capital oriental, se las han ido poco a poco llevando a la capital occidental. Por ejemplo, la consejería de Hacienda. Tenerife es, desde hace mucho tiempo, la capital administrativa de Canarias, aunque ahora mismo la cúpula del Gobierno esté formada por grancanarios. Allí se cuece todo, o lo más importante, para ser objetivos, por lo que se puede colegir que hay una cierta mayor riqueza que aquí.

Nunca creeré inútil hablar de este tema, por más que nos hayamos repetido. El reparto entre las dos islas capitalinas fue una chapuza de las grandes, y seguro estoy de no equivocarme si digo que esta ha sido la causa principal de que aquello es mejor para vivir, dentro de lo que cabe; un poco más desahogados sus residentes que los de nuestra Isla.  

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana