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jueves, 25 de abril de 2024 21:40h.

De la impunidad: el escándalo Ferreras - por Ignacio Sánchez-Cuenca

 

 

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Recomendado por Antonio Aguado

De la impunidad: el escándalo Ferreras - por Ignacio Sánchez-Cuenca *

Las conexiones y las complicidades cruzadas son tan densas entre ciertas élites que pueden permitirse el lujo de no prestar demasiada atención al rugido que viene de la sociedad

 

Antonio García Ferreras intenta justificar en su programa el procedimiento revelado por los audios.
Antonio García Ferreras intenta justificar en su programa el procedimiento revelado por los audios.

La dinámica siempre es la misma. Surge un escándalo, hay acusaciones graves, revelaciones impactantes, algunas incontestables; sin embargo, el afectado, consciente de su poder y sus apoyos, no cede ante la presión. Es un reto, a ver quién resiste más. Así, se atrinchera en su posición, busca un escudo defensivo, es decir, un argumentario que le permita salir del paso, con razones más o menos sólidas que generen una especie de coartada. Si consigue resistir hasta que la audiencia se canse y pase a otra cosa, habrá sobrevivido. En cambio, si durante el desarrollo del escándalo, la persona afectada va perdiendo apoyos y se ve aislada, no tendrá más remedio que dar un paso atrás y renunciar.

Este proceso lo hemos observado en innumerables ocasiones, casi siempre protagonizado por políticos. Las dimisiones son infrecuentes, pues el político suele contar con el apoyo de su partido y de algún grupo mediático afín. Si sus aliados no le abandonan, podrá aguantar el chaparrón. De ahí esa sensación de impunidad tan extendida en la política española. Como dijo Camilo José Cela en su discurso del Premio Príncipe de Asturias de las Letras, “en España, quien resiste gana”.

Estos días contemplamos con melancolía un caso más, cuya principal novedad es que está protagonizado por un periodista, no por un político. Los hechos son palmarios: Antonio García Ferreras dio la oportunidad a Eduardo Inda de presentar en La Sexta información calumniosa y falsa sobre el que entonces era líder de Podemos, Pablo Iglesias. La información procedía de las cloacas del Estado, de policías que actuaban al servicio del ministro de Interior del Gobierno de Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz. Las grabaciones realizadas por Villarejo no dejan lugar a dudas: Ferreras no verificó una información que era claramente sospechosa de ser un fraude. Que diera la oportunidad a Iglesias de defenderse en el programa no arregla las cosas.

Ante estas revelaciones, lo lógico es que, como mínimo, Ferreras hubiera pedido disculpas por el daño causado (algo que debería haber hecho hace mucho, cuando se supo que todo era una patraña), que reconociera su responsabilidad por la mala práctica seguida y que no volviera a invitar jamás a Eduardo Inda a un programa.

Resulta completamente irrelevante si La Sexta dio mayor o menor cobertura televisiva a Podemos en el pasado. El caso es que los espectadores de la cadena tienen sobrados motivos para estar muy decepcionados, con independencia de que Iglesias saliera habitualmente en el programa o no. Que Iglesias tuviera una presencia destacada en un cierto periodo de tiempo nunca puede justificar, como si de una compensación se tratara, la propagación de un bulo en contra de él.

Sólo desde una sensación de impunidad y omnipotencia puede alguien imaginarse que tener a Inda no iba a terminar resultando un asunto explosivo

Si me apuran, los detalles del caso son también algo secundario. El escándalo es, en última instancia, la consecuencia de la anomalía grave que supone el protagonismo de Inda en una cadena generalista. Gracias a la protección que Ferreras ha proporcionado durante años a Inda, la Sexta ha sido el medio a través del cual este periodista ha extendido toda clase de mentiras, insinuaciones y ofensas. Si alguien encarna el periodismo basura en España, ese es Eduardo Inda: sus malos modos, su falta de luces y su total carencia de escrúpulos, todo ello acompañado por una ideología reaccionaria y un nacionalismo español excluyente, le convierten en el ejemplo perfecto de todo lo que hay que evitar en la esfera pública. Que un medio como La Sexta lo haya apadrinado durante tanto tiempo es la mejor demostración de la degradación de un cierto tipo de periodismo político. Sólo desde una sensación de impunidad y omnipotencia puede alguien imaginarse que tener a Inda no iba a terminar resultando un asunto explosivo.

Ferreras puede ser amigo del alma y hermanísimo de Inda, faltaría más. Nadie puede criticar ese tipo de relación personal, cada uno es libre de elegir a sus amigos. Pero en el momento en que esa amistad se convierte en un acceso privilegiado a los platós de la Sexta, las cosas cambian radicalmente. Hay que poseer arrogancia en grandes dosis, la arrogancia que da el poder (político, económico o mediático), para que un periodista como Ferreras considere aceptable llevar a la televisión a un periodista que no respeta las reglas más básicas de su profesión.

La especie de sorpresa que trasmite Ferreras por el hecho de que mucha gente considere escandaloso e intolerable que Inda tenga barra libre revela su pérdida de sentido político. Sólo desde la perspectiva que proporciona estar inserto en las estructuras de poder económico y mediático se puede llegar a concluir que es normal que alguien como Inda tenga el apoyo de un gran grupo de comunicación.

La reacción de Ferreras está siendo muy parecida a la de múltiples políticos que han negado cualquier responsabilidad personal cuando se han visto envueltos en graves escándalos. Permítanme que acabe con una hipótesis sobre la razón por la que este comportamiento es tan frecuente en nuestro país: las conexiones y las complicidades cruzadas son tan densas entre ciertas élites que pueden permitirse el lujo de no prestar demasiada atención al rugido que viene de la sociedad.

Mientras Ferreras mantenga los apoyos políticos, mediáticos y económicos, se mantendrá en la posición negacionista y no pedirá disculpas por el daño causado. Y todo indica que lo va a conseguir. 

* Gracias a Ignacio Sánchez-Cuenca, a CTXT y a la colaboración de Antonio Aguado. En La casa de mi tía con licencia CREATIVE COMMONS

IGNACIO SÁNCHEZ-CUENCA
IGNACIO SÁNCHEZ-CUENCA
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