Lo más representativo de la Marca España: la corrupción - por Erasmo Quintana *

Tendríamos que recurrir a los orígenes de la moral humana para saber si las ideas sobre el egoísmo es el resultado del instinto evolutivo de los hombres. Ese deseo irrefrenable de amasar un tesoro -dinero- sin medida, y que ni viviendo cincuenta vidas sería capaz de gastar. Ejerce sobre estas personas -esclavos de una poderosa inclinación que justifica el latido de sus vidas- un poder monstruoso, del que les resulta imposible zafarse. Teniendo en cuenta este precedente, se llega al convencimiento de que la mayoría de los políticos a los que les toca gestionar el dinero público, caen fácilmente en la tentación, no haciendo lo que corresponde según el patrón de honradez que les debe acompañar en todo momento.

Importante es también observar detenidamente el comportamiento de los gobernantes y su correspondiente oportunismo. Si llegan a tener ocasión, claro que la aprovechan. Es una kafkiana y valleinclanesca moción de censura al Gobierno de coalición por parte de la fascista-franquista formación de VOX, que en realidad es un vodevil irrespetuoso, fruto de una incapacitante añoranza. Como éstos del PP, echan de menos aquellos privilegios de que disfrutaban, siempre a cargo del malestar ciudadano en general. Ustedes verán que jamás votan a favor de cualquier pequeño beneficio que propone el Gobierno para hacer más asequible y llevadera la crisis económica que se padece fundamentalmente a causa de una guerra (la invasión de Ucrania por Putin) obedeciendo a unos espurios intereses, que no son los nuestros, ni por asomo.

La excéntrica banalidad es tanta, que nos quedamos con el ánimo rodando por los suelos. Aquí, a lo que parece, no escapa nadie, no importando a qué partido político pertenece. La Marca España, por merecimiento, parece que es con ventaja la corrupción. Y es claro que la inmensa mayoría, perteneciente a los partidos políticos, cifrando en la posibilidad de alcanzar un buen cargo público, si es posible a perpetuidad, que para eso    “sacrifican” toda su vida. El “Caso Mediador” (PSOE) es motivo para que el PP registre una Moción de Investigación en el Congreso, por aquello de que la oportunidad la pintan calva. Este partido se encuentra exultante con la aparición, oportuna, en puertas de elecciones municipales, de un caso de corrupción que tiene que ver con los socialistas de Tenerife. Con la posible implicación también de miembros del PP, han salido a la palestra, Antonio Navarro Tacoronte, el mediador; Juan Bernardo Fuentes, exdiputado del PSOE de Tenerife y Francisco Espinosa, exgeneral de la Guardia Civil, retirado, y perceptor de sobornos, único que está en la cárcel.

MEDIADOR (SECCIÓN PSOE)

El hombre, por muy parco en palabras que sea, habla siempre alto y claro con sus acciones. En un terreno donde la honorabilidad no es moneda de uso corriente, en ciertos políticos -no importa a qué partido pertenece- hay mucho de advenedizo cuando de ocupar un cargo público se trata. Además, este fenómeno no es la excepción, es la regla.

Por ello, se echa de menos aquella estirpe de políticos comprometidos y soñadores de un país mejor,  dejando de lado una infumable dictadura que hacía al pueblo en su conjunto menor de edad, aquél al que no se le podía dejar solo…

Ahora, distinguidísimos representantes de la nación dejan mucho que desear con actuaciones nada edificantes, lo que choca al sabérseles una capacidad intelectual poco menos que extraordinaria. Su estímulo en la actuación pública no les viene por añadir su granito de arena para hacer su patria o pequeña localidad, grande desde todas las vertientes posibles. No. Más bien ve espoleado su ánimo en lucrarse lo más posible, diciéndose para sus adentros: “Por ahí me las den todas; aquí estaré al menos durante cuatro años, por lo que me aprovecharé lo más que pueda”. Esta es la cuenta que se hace la inmensa mayoría de los “políticos de profesión”. En verdad no están allí para ser útiles a la sociedad que confió en ellos y le dio su voto, dejando a su partida un trabajo bien hecho y un buen sabor de boca. Para más inri, la inmensa mayoría, una vez que entra a formar parte de la clase gobernante no quiere abandonar su cargo nunca, más bien estar allí  perpetuamente.

Encontrar un político que no obedezca al arquetipo que venimos señalando sería un gran descubrimiento. Los habrá sin duda, porque no son todos iguales. ¿Por qué se dará, entonces, esa diferencia?, deberíamos preguntarnos. La respuesta tal vez sea porque responde a la grandeza de los espíritus, y porque siempre hay quien en su trabajo pone toda su alma compasiva y solidaria con los que más lo necesitan. Dicho en otras palabras, una especie de servidores públicos llenos de humildad colectiva, henchidos de la mayor confianza en sí mismos y que siempre tienen presente la circunstancialidad de su paso por el cargo: que hoy está y mañana no, pero que sabe humanamente que sus esfuerzos se verán con la mayor seguridad, recompensados.

 * Gracias a Erasmo Quintana