Con Miguel Blesa ¿acaba nuestra vergüenza? - por Erasmo Quintana
Es necesario ser objetivos para afirmar con rotundidad que en este país, España, hace bastante tiempo sonaron todas las alarmas avisando de la peligrosa deriva mafiosa a la que sus políticos y poderes económicos lo condenaban. Además de otro tema delicadamente dramático cuando asistimos a la merma de su calidad democrática, y porque de los países que componen la Unión Europea, el nuestro es el que más bochorno vergonzante atesora al convertir la corrupción en la auténtica Marca España.
Con Miguel Blesa ¿acaba nuestra vergüenza? - por Erasmo Quintana *
Es necesario ser objetivos para afirmar con rotundidad que en este país, España, hace bastante tiempo sonaron todas las alarmas avisando de la peligrosa deriva mafiosa a la que sus políticos y poderes económicos lo condenaban. Además de otro tema delicadamente dramático cuando asistimos a la merma de su calidad democrática, y porque de los países que componen la Unión Europea, el nuestro es el que más bochorno vergonzante atesora al convertir la corrupción en la auténtica Marca España.
Esta piel de toro, solar que hizo posible a Séneca, Alfonso X, Pelayo, Isabel y Fernando, Teresa de Ávila, Cervantes, Velázquez, Ramón y Cajal, Isaac Peral, Unamuno o Juan de la Cierva, no se merece que la hayan convertido en un lodazal y fétido estercolero. Por ello este clamor que surge de la gente de bien pidiendo una catarsis, una renovada petición de 
regeneracionismo –no se explicita, pero lo intuimos-, donde surja un moderno Joaquín Costa, figura cardinal aquella ante la depresión (vergüenza nacional) por la cruenta pérdida de Cuba y Filipinas en lucha 
desigual frente a EE UU, ellos con barcos de acero y los nuestros de madera, motivo que dio lugar al movimiento intelectual llamado Generación del 98. La exigencia de sus componentes partía del análisis sobre la decadencia nacional a que llevaron la ineficacia política, social y económica fruto de la Restauración, abogando por un resurgir nacional. En aquellos momentos el país sufría de gravísima postración económica, fanatismo religioso, hambruna, analfabetismo y paro.
Hoy, no siendo esas todas las causas que nos avergüenzan, se hace necesario un nuevo regeneracionismo. España como país del siglo XXI debe modificar la imagen que tiene 
acreditada, además de dejar de ser el hazmerreir de los países de nuestro entorno. A España se la conoce por su cultura, su monumentalidad y sus playas, pero también como país que está en manos de corruptos y mafiosos de profesión. Así pues con el final de Miguel Blesa, desmitologizado y moderno Ícaro, ¿se acabó la corrupción? Bien se sabe que el modelo de que es réplica no siguió los consejos 
de su padre y remontó el vuelo cuanto pudo con alas de cera que se había fabricado. Tanta fue la altura que sus alas se derritieron con el Sol, cayendo al mar desde el espacio infinito. Blesa en esa misma caída, derretidas sus alas, se ve que no tuvo padre que le advirtiera; tampoco amigos aconsejándole que el camino emprendido por él era temerario en lo atrevido y tenebroso. Al contrario, más bien fue jaleado por una jauría hambrienta de dinero tiznado de negro, cosa que hacía embriagado de poder.
El finado por fin descansó del remordimiento de tanta urdida triquiñuela: sueldazos autoconcedidos, bancarrota de una entidad pública, robo estilo “El Tempranillo” con las Preferentes a indefensos jubilados, que mintiéndoles miserablemente se apropió de sudorosos ahorros de toda una vida de trabajo y sacrificio, muchos de ellos en países extranjeros. Díganme, mis amigos, en qué nación de nuestro entorno se ha dado un solo caso, algo semejante o parecido a esto. En ninguna. Entonces, cabe preguntarse, ¿por qué en una democracia como la nuestra se sigue votando a gente como ésta? ¿En qué país vivimos? ¿Qué es España? Las corruptelas como forma de gobierno de la derecha no cesan, sin embargo hoy quiero ver signos de que cada vez es menos aceptada por el pueblo, ese que al final es quien paga todo.
* En La casa de mi tía por gentileza de Erasmo Quintana
