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viernes, 29 de marzo de 2024 00:12h.

Nada que decir - por Antonio Cabrera de León

 

fra A C D L

Nada que decir - por Antonio Cabrera de León *

Quino, que de la humanidad parecía saberlo casi todo, dibujó una tira de Mafalda en la que ella y su amigo Felipe se estaban comiendo un helado cuando pasó por delante de ellos un niño desaharrapado. La respuesta de Felipe ante tanta pobreza frente a su rico helado fue preguntarle a Mafalda ¿Vamos a callarnos a mi casa?

Sabia Mafalda, y sabio Quino. Cuando uno no tiene nada que decir una buena posibilidad es irse a casa, si es que se tiene una, y callarse. Supongo yo que esa será la tentación de mucha gente de izquierdas cuando ve a los hijos de las clases trabajadoras apoyar a los nuevos fascismos.

Los jóvenes trabajadores norteamericanos y británicos que a inicios de los 80 apoyaron a Reagan y Thatcher en su cruzada ultraliberal, son ahora los viejos desesperados que votaron a Trump para que les recuperara unas condiciones de trabajo que fueron destrozadas por las políticas que ellos apoyaron. Y son también los viejos británicos que votaron a favor de recortes públicos y bajada de impuestos a las clases ricas durante 40 años, y ahora buscan en el Brexit una solución imposible y autárquica.

No habría castigo mejor para quienes hoy apoyan a los neofascistas que pasar por la experiencia de verse gobernados por ellos. Como tuvieron el suyo los alemanes que votaron a Hitler, o los italianos que estuvieron con Mussolini. Millones de muertos después, hubo millones de personas que no tenían nada que decir. Tan grande fue el silencio, que quien desconociera la realidad de los años 30 podría pensar que los nazis y los fascistas nunca tuvieron apoyo de nadie.

Alguna gente que hace tres minutos se rompió las manos aplaudiendo a quienes desde la sanidad pública se jugaron su vida para salvar la de todos, apoya ahora que los despidan. No hay palabras. Quienes votaron libertad para tomar cañas y no tropezarse con su “ex”, ya no tienen médicos ni servicios de urgencias.

Trabajadores que apoyan las bajadas de impuestos sin pararse a pensar que si medio millón de españoles tiene el 50% de la riqueza nacional, eso quiere decir que los ricos del país son 92 veces más ricos que una persona promedio. No digo 92 veces más ricas que una persona pobre, sino 92 veces más ricas que esa persona de clase media que no apoya que se ponga un impuesto a las grandes fortunas para salvar la sanidad. Nada que decir.

Medio millón de andaluces votaron a una señora que falsificó su empadronamiento, invitó a su colega fascista italiana a dar un mitin, y se paseó por Andalucía con una maceta en la cabeza. Nada que decir.

Nada que decir. Pero sin embargo hay tanto que hacer que habrá que hacerlo aunque sea en silencio. Quizá escuchar sea una buena idea. Pero para que se haga el silencio tiene que haber personas que tengan algo que proponer y credibilidad para ser escuchadas.

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Antonio Cabrera de León

 

ANTONIO CABRERA DE LEÓN RESEÑA
MANCHETA MAYO 22