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viernes, 19 de abril de 2024 10:24h.

Nos han vuelto a inocular el virus que asoló Europa hace un siglo

Perder el fuego, volver al frío y la oscuridad de la sinrazón - por Antonio Cabrera de León

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Perder el fuego, volver al frío y la oscuridad de la sinrazón - por Antonio Cabrera de León 

Si es verdad que “Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido”, entonces está claro que nada tememos más que la oscuridad. Sólo cuando estás envuelto en ella temes que te pueda tocar lo desconocido. El motor de la lucha por dominar el fuego fue el ansia por acabar con la oscuridad.

Y sin embargo, tantos miles de años después ¿Podemos perder el control del fuego? Tristemente, se están alineando las circunstancias para que ello se dé. Podemos volver al frío y la oscuridad de la sinrazón. Regresar a los tiempos en los que cualquier verdad científica es, primero, derrotada por las propuestas de la superstición y, segundo, perseguida como herejía.

Nos han vuelto a inocular el virus que asoló Europa hace un siglo. Crecen por doquier las gentes que, si los dejas, te chillan al oído para anular cualquier conversación que razone. Ahora todo se llena de patriotas que no saben lo que es el horror de una guerra pero nos empujan a ella. Hemos permitido que se reabra entre nosotros el tiempo de la guerra. Sólo enmudecerán cuando comprueben que en esos tiempos quien luzca una banderita en su muñeca, verá su mano amputada. No importará el color de la bandera. Todo será odio, nada convivencia.

La niebla que hoy desciende sobre el continente nos nubla la visión. Se propone públicamente perseguir la tolerancia, la solidaridad, la democracia, la ilustración y cualquier ápice de cultura. Se muestra orgullosamente la preferencia por ser violento, grosero, egoísta, y analfabeto. Ponen en riesgo nada menos que la civilización. ¿Para qué universidades, si podemos tener cuarteles?

Oscuro, me está quedando oscuro, y parece que no hay nadie para encender la luz. Si perdemos el fuego no habrá electricidad, ni dinero para pagarla, ni libros donde se hable de ella. Podemos estar a horas de que se arroje la primera arma atómica sobre Europa, y no se oyen todas las voces que hacen falta para exigir un armisticio. Nada de esto debería sernos indiferente.

Frente a todo eso, el arma de la paz es la palabra. Nada de callarse ni de gritar. Hable, hable con ellos, hablemos. Incluso en la oscuridad, hábleles de Leonardo y de Marie Curie, de Cervantes y Rosalía, de Dylan y Mozart. Sólo faltan 8 años para volver a los años 30. Hablemos antes de que caiga la noche.

* En La casa de mi tía por gentileza de Antonio Cabrera de León

ANTONIO CABRERA DE LEÓN RESEÑA
MANCHETA AGOSTO 22