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Ponga en su vida una ley anti-maltrato machista a la mujer - por Erasmo Quintana *

Vivimos tiempos aciagos, llenos de confusión, Un tema tan sensible y necesitado del acuerdo de todas las fuerzas políticas como es el de ponerle freno a los crímenes sobre la mujer -ya lo han convertido en costumbre, en una moda- la mezquindad que reina en los partidos conservadores no lo hace posible, mueran cuantas féminas tengan que morir, porque para éstos, mientras más son asesinadas, mejor. Lo siento: la verdad no está en lo que se proclama sino en lo que se hace.  

Saturados y al borde de un profundo precipicio nos tienen Gobierno y oposición con el proyecto de Ley que quiere proteger a la mujer contra la plaga, cada vez más numerosa, de los potenciales maltratadores. Hay tendencias, repito, que acaban poniéndose de moda, y esta de resolver disputas en el seno de la familia es una de ellas. Qué pasará por la cabeza de un bruto que decide arrebatarle a su compañera lo más valioso que tiene, la vida, por un quítame allá esas pajas. ¿Lo hará porque ve que las actuales disposiciones legales son bastante laxas si lo condenan a equis años de cárcel, y que por buena conducta salen cuando han cumplido una parte de la pena? ¿No es posible revisar la ley que contempla el crimen familiar con distinto tratamiento, que marque para los restos de la vida? 

Yo no soy quién para proponer cómo se consigue esto, pues “doctores tiene la iglesia”, que se dice. Lo que sí afirmo es la necesidad de  imposición de unas penas singulares cuando un bárbaro asesina a su esposa o compañera en presencia de sus hijos -caso que se da con frecuencia- llenando el hogar de sangre inocente y mártir, consiguiendo unos hijos traumatizados de por vida. Ante esto, no entiendo nada, porque nadie me lo explica, y es qué tiene que ver el término “Solo Sí es Sí” que se pondera en la redacción de la nueva ley, con la rebaja de las penas a los maltratadores, incluso a los ya juzgados en firme junto a los por juzgar. Y el término “consentimiento”, clave y el nudo gordiano que abarca, justificando por entero, toda la ley.

Lo que habrá de revisarse -creemos- es solamente aquello que tiene que ver con la disminución de las penas ya contempladas en la ley en vigor. Sinceramente, no comprendo el machaque oportunista del Partido Popular y, a remolque Vox-Cs,  contra el proyecto de nueva ley del “Sólo Sí es Sí”, frente a la oposición numantina de Unidas Podemos por que no se le cambie una coma. Algo insondable se me escapa. O ya tengo muy duras las entendederas, o algo muy importante habrá y se me escapa, no sé en beneficio de quién con todo este vodevil. Algo sí tengo claro en la esperpéntica discusión, que lo relevante es no ver a la mujer en el centro del debate; en él dominan otros intereses populistas de la oposición, que busca solo una cosa: erosionar lo más posible la imagen del Gobierno.

Toda la escandalera que han montado las derechas de este valetudinario país ha sido bestial con el cambio de la Ley que presumiblemente protegía a la mujer. Lo más diáfano que se ve en el horizonte es el oportunismo político y demagogo de personajes políticos que se oponen, actualizando aquella gracieta que el conde de Romanones tuvo a principios del siglo pasado, cuando le espetó a los del Gobierno: “Díganme lo que proponen, que me opongo”. Esta derechona sabe muy bien que en una sociedad aletargada y displicente, conformista con sus estrecheces económicas, pero que es feliz mientras le den espectaculares partidos de fútbol, hay mucha ingenuidad, que es la razón de por qué lo hace, segura de que no caerá en saco roto, que no pierden el tiempo: aúllan, que algo queda, aunque sea un disparate.

Luego también observamos cómo van cambiando las cosas que creíamos de implantación eterna. Cuanto más se vive, más sorpresas nos llevamos. Por ello, quienes no tengan muy arraigadas o acendradas sus convicciones ideológicas, con lo avanzado de los años corren el peligro de dar un revolcón en sus ideas de toda la vida. Lo vemos en el nonagenario intelectualoide economista, Ramón Tamames, que de destacado militante comunista ha devenido en un irredento nazi-fascista de Vox.

La conducta del PP por lo general ha sido destructiva, oponiéndose a todo lo propuesto por el Gobierno, aunque ello vaya a favor directamente de los ciudadanos necesitados. Ninguna de las medidas adoptadas para paliar la crisis económica por la guerra de Ucrania fueron aprobadas por las derechas; lo que extraña tanto, y hace que nos preguntemos para qué se meten en política los de las derechas, que votan en contra de medidas paliativas y favorecedoras para los más menesterosos de la sociedad. Este, amigos míos, es un país singular y lleno de contrastes, pues a lo ya comentado, que es deprimente, se une que la Iglesia Católica es la primera propietaria inmobiliaria de España después del Estado.

* Gracias a Erasmo Quintana