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sábado, 20 de abril de 2024 00:29h.

Su problema es no tener muertos en la fosa común del cementerio de Las Palmas - por Francisco González Tejera

FRANCISCO GONZÁLEZ TEJERANo, no tienen muertos en la fosa común del cementerio de Las Palmas, ni Maximiliano el que vive en Londres y viene a la isla como asesor “en nada” a entorpecer la exhumación, haciéndose llamar “Max Painer”, para darse un toque cosmopolita y europedo, ni el concejal Millares, ni el pseudoexperto en fosas, el hombre monolito, Pedro Alberto García Bilbao, “Don Pedro”, como le llamaban estos días en un alarde colonial y caciquil.

Su problema es no tener muertos en la fosa común del cementerio de Las Palmas - por Francisco González Tejera *

No, no tienen muertos en la fosa común del cementerio de Las Palmas, ni Maximiliano el que vive en Londres y viene a la isla como asesor “en nada” a entorpecer la exhumación, haciéndose llamar “Max Painer”, para darse un toque cosmopolita y europedo, ni el concejal Millares, ni el pseudoexperto en fosas, el hombre monolito, Pedro Alberto García Bilbao, “Don Pedro”, como le llamaban estos días en un alarde colonial y caciquil.
 
Ninguno de los que bloquean la exhumación de esta fosa tiene muertos en ese agujero del horror. Mi abuelo, Francisco González Santana, si que está ahí, acurrucado, con un tiro en la nuca después de ser torturado y asesinado salvajemente, sus huesos siguen entre el barro y la sal, en esa tierra manchada de sangre obrera, de injusticia, de genocidio, de un holocausto jamás vivido en estas desgraciadas islas.
 
Ni uno tiene muertos en esa fosa pero se sienten con poder para decidir, para apartarnos, mentirnos, engañarnos, utilizarnos en un homenaje pomposo con música de chelo, una perfecta farsa para justificar dejarlos ahí enterrados para siempre, para manipular a las familias, para reírse en nuestras caras de nuestro dolor ancestral, de un sufrimiento de ochenta años, de mi padre con noventa años que fue testigo del asesinato de su hermano Braulio en su cuna por la Brigada del amanecer, que vio como se llevaban con las manos atadas a la espalda a su adorado progenitor, al cabeza de familia asesinado por los fascistas el 29 de marzo del 37, dejando viuda y tres huérfanos descalzos.
 
Todo ha sido un burdo montaje desde un principio, una estafa en toda regla, fuimos gilipollas, demasiado ingenuos al creernos que el concejal Millares, que el alcalde Augusto Hidalgo iban a tener voluntad política para sacar los huesos de nuestra gente, prefieren montar un monumento tal como les aconseja el prepotente “Don Pedro”, un monolito que se pueden meter por el culo, que las familias vamos a denunciar en el juzgado en el momento en que lo aprueben.
 
No permitiremos jamás que sobre los huesos de nuestros muertos monten un esperpento a la vergüenza de un escultor “amigo”, no, no señores, no lo vamos a permitir, o se abre la fosa y se sacan todos los huesos o no aceptaremos que se trate de mantener a nuestra gente bajo tierra, que se den un baño mediático inaugurando una escultura sobre los cientos de restos de los defensores de la libertad y la democracia, de mi abuelo, del alcalde de San Lorenzo, del periodista asesinado a palos en el campo de concentración de La Isleta, Manuel Fernández, de Francisco Moriñigo, de Juan del Peso de Telde, de tantos y tantos hombres justos y dignos que no merecen este trato por parte de un supuesto gobierno municipal de “izquierdas”.
 
Aquí estamos, estaremos siempre para no permitir que estos personajes sigan contribuyendo a la ocultación de los más de 5.000 crímenes franquistas en Canarias, no lo vamos a consentir, lucharemos hasta el final, usaremos todos los recursos a nuestro alcance para evitarlo, sabemos que la lucha será larga, quizá cuestión de años, pero tenemos muy claro que vamos a vencer y podremos acariciar nuestros huesos amados.
 
 
 
 
 
 
* En La casa de mi tía por gentileza de Francisco González Tejera