Con el pueblo saharaui, seamos un país serio y solidario - por Erasmo Quintana *

Este pueblo hasta no hace mucho tenía el carnet de identidad español, era una provincia más de España, la cual, de la forma más vergonzosa y torpe posible,  abandonó en medio del desierto de las precariedades.

Hassan II, aprovechando que el dictador Franco se encontraba en la cama lleno de cables, prácticamente ya muerto, usó la Marcha Verde en noviembre de 1975 para apoderarse “ilegalmente” de un territorio independiente del que España quedó como administradora.

El entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, de modo inexplicable, mandó arriar la bandera española y retirar las tropas, mientras nuestros paisanos (mayoritarios los canarios) tuvieron que abandonar sus propiedades, sus empresas y, con lo puesto, arribaron a las Islas Canarias.

Ese territorio, en el uso de su “independencia” no reconocida, en 1976 creó el Frente Polisario, para proclamar la propiedad de aquella zona y creando la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), la que todavía controla una parte ubicada al Este, Zona libre, y Marruecos ocupa el resto ilegalmente; todo, contraviniendo lo que mandata la ONU, la cual, basándose en la legalidad internacional, continúa defendiendo el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.

La carta enviada por Pedro Sánchez al Reino de Marruecos y que éste de manera sibilina ha filtrado a los medios, “considera la iniciativa de autonomía marroquí, presentada en 2007, como la base más seria, realista y creíble, para resolver este contencioso”, referido al Sáhara Occidental. Así, Sánchez apoya la ocupación militar y feroz represión que mantiene el Sultán de Marruecos en contra del pueblo (independiente) Saharaui. 

El dictador del reino Alauita se sale con la suya. Qué país pobretón el nuestro, pues todos nos ganan por goleada. Nos presionan, y acabamos atrapados en las redes vecinas. Nada que ver con la diplomacia del Reino Unido (¿qué país hace a los ingleses lo mismo que a nosotros?), impensable. En definitiva, Pedro Sánchez ha hecho que el pueblo español sea un leal y obediente seguidor de los intereses norteamericanos, tanto en lo que toca a la invasión de Ucrania por la Rusia de Putin como con el problema del Sáhara.

Así mismo, hemos visto lo paradójico de Sánchez, que mientras muestra su apoyo incondicional al pueblo de Ucrania, enviándole hombres y armamento a través de la Unión Europea para que se defienda de Putin, esto mismo no lo haga con el pueblo hermano saharaui, aún pendiente del reconocimiento de país soberano, siendo España oficialmente todavía potencia administradora y, por tanto, máxima responsable de aquel territorio. Es por ello imposible imaginar que esta forma tan displicente, fuera de toda lógica, haya sido realidad. Esperemos que la misma sea una triste anécdota, un mal sueño, y que la ONU ponga las cosas en su sitio.

Otro de los temas cardinales que acaparan nuestra atención es, por un lado, el movimiento de protesta en nuestro país por el mundo empresarial del transporte por carretera, del que coincidimos no es una huelga de los trabajadores al uso, y lo otro es la invasión cruenta que hace Putin al pueblo de Ucrania. Ante lo primero, que entronca con lo segundo, señalar la pasmosa tranquilidad que se ha tomado el Gobierno en hacer frente a las peticiones del sector transportista. Y no es cuestión de dinero, que éste existe, pues cuando se quiere él aparece.

Se sabe que las trágicas secuelas del coronavirus han trastocado las previsiones económicas de todos los gobiernos a nivel mundial, y que a ello se une la sorpresiva guerra en Europa, con la masacre y ensañamiento sobre los habitantes de Ucrania, situación que a todos nos afecta, pues incide en el precio del gas y el petróleo. Frente al problema, el Gobierno  ha sido incapaz de tomar medidas rápidas para resolver la huelga del transporte. Si veníamos mal por el precio de la luz, ahora se une el encarecimiento del combustible, lo que hace que el dueño de un camión tenga que pagar por trabajar. Por tanto, el sector de los transportistas camioneros siguen su lucha de paro en el duodécimo día. En la madrugada del viernes, 25 del presente, hubo un principio de acuerdo con la patronal de las asociaciones del Transporte (no con los trabajadores dueños del camión) por el que el Gobierno destina 1.125 millones, un 0,20 al litro de gasoil. Se ve que este acuerdo no es aceptado por los camioneros huelguistas, porque siguen las protestas en la calle, exigiendo que la ministra se reúna con ellos. La ministra se ha reunido al fin con la Plataforma del Transporte, pero hasta este viernes por la noche, no se ha alcanzado éxito alguno.

Es obvio que el alza de precios de los carburantes es un problema estructural que a todos afecta en general y no solo a los transportistas. Afecta igualmente a todos los ciudadanos. Los más afectados: los productos de máxima necesidad, como el aceite de soja, la leche y sus derivados, la pesca, etc. El problema había comenzado en 2021, el cual, sin la debida solución, se mantenía soterrado. Los convocantes del paro patronal rechazaban la oferta del Gobierno, y logran que una de las grandes asociaciones del transporte se sumara a la protesta. Lo que llama la atención es ver cómo se lo está tomando el Gobierno de Pedro Sánchez, su parsimonia, como si no le importara las kilométricas caravanas de camiones de gran tonelaje invadiendo las carreteras, todo, en primera plana de las televisiones, la radio y prensa.

Pero lo que de verdad nos contrita y mete nuestros corazones en un puño, es presenciar, como en una película, la horrenda atrocidad criminal de esa bestia que debe ser Vladímir Putin. Antiguamente, los guerreros, los soldados, eran quienes moría en las batallas. Ahora no, en la edad moderna, los que mueren son los ciudadanos. El genocida, una vez que no queda edificio en pie, llenado el paisaje de montañas de escombros, dirige sus misiles, cañones y la artillería pesada sobre escuelas, hospitales infantiles y, directamente, sobre los cuerpos humanos; su máquina de matar ya tiene un blanco: la población civil. Olvida esa excrecencia humana y psicópata presidente de todas las Rusias el valor supremo de la vida, esa que es irrepetible. Con qué derecho se hace dueño de la existencia de las personas. Éstas no cuentan ni valen nada para el megalómano y enfermo criminal. Sin duda, pasará a la historia como el “sanguinario presidente ruso Putin”. Para los sin escrúpulos, ¡qué bien y cómodamente se mata en nombre de Dios o de la Patria!

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana