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miércoles, 22 de mayo de 2024 02:20h.

Ruptura - por Rafa Dorta

Nota de Chema Tante

Siento una profunda satisfacción por recuperar la firma de Rafa Dorta, que se ha pasado un espacio de silencio. Rafa Dorta ha escrito para La casa de tía, prácticamente desde los primeros tiempos; y sus reflexiones expresadas con clara elegancia y, en ocasiones, con traviesa creatividad, fueron siempre muy valiosas. Estamos en tiempos en que se necesita disponer de puntos de vista sensatos. Por eso espero que Rafa Dorta no me vuelva a escatimar su colaboración.

Mientras tanto, vean y lean este grito de esperanza animosa, aunque, en pirueta sutil, envuelto en una apariencia entristecida, que nos regala Rafa. 

Con Rafa, les invito a ustedes a saltar al precipio de la cordura.

Ruptura - por Rafa Dorta
 
La ruptura se antoja como el bien necesario, romper con lo que se ha vuelto insoportablemente vulgar, asqueroso, maloliente, pútrido. Desahuciar las incongruencias diarias que la realidad oficial se empeña en arrojarnos a fuerza de auto compasión premeditada, estupidez de noticias enlazadas por el patrón del miedo. El absurdo atractivo de la estética decadente, las marañas de información abrumadora, bucles de un tiempo vacío, estéril, anodino, continuo final que nunca termina, incapaz de morir sólo, sin ruido.

Destruir el castillo de la frustración colectiva es la mejor forma de rebelarse, destrozar hasta lo que esta más hondo, metido ahí, en la entraña de este post-lo que sea, como lo quieran llamar, da igual, que más da ya si no interesa, no conmueve, no es romántico, no es bello, no es nada, sino vuelta otra vez a las mismas luchas de poder, la riqueza única tiranizando a la pobreza resignada, los listos solemnes riéndose de los tontos aburguesados, protegiendo a la usura atrincherada y a buen recaudo en su cámara de máxima seguridad.
 
Destruir el sistema, borrarlo del mapa, quemar luego el propio mapa, disparar contra la línea de flotación del barco infestado de ratas que nos quiere arrastrar con él al fondo, a los asombrados pasajeros que siguen agarrándose a un sucedáneo de felicidad comprimida en píldoras inocuas repartidas a modo de beneficencia. 
 
Aniquilar lo que nos mata, para volver a llorar y a reír de verdad, sin anestesias con climatizador, derribar los rascacielos de impunidad, y volver a pisar la tierra, a olerla, a sentirla, tocarnos, hablarnos a los ojos, confesarnos nuestra miseria de seres aplastados por la insensatez, por el progreso sordo, por la avaricia ciega, por el instante mudo de asombro ingenuo, falaz, y dejar de tragarnos el humo espeso que se respira detrás de las cortinas.
 
Ahogar la política tóxica, cambiar el lenguaje, tirar a la basura los conceptos, las lealtades históricas, los méritos de confianza, las corbatas estiradas y los gemelos de acero.

Investigar en la búsqueda de caminos ilusos, saltar al precipicio de la cordura y no mirar atrás.