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domingo, 12 de mayo de 2024 15:09h.

Santiago Vargas, escultor de Cairasco - por Nicolás Guerra Aguiar

 

FRASE GUERRA

 

 

Santiago Vargas, escultor de Cairasco - por Nicolás Guerra Aguiar *

cairascoEl nombre de Bartolomé Cairasco de Figueroa (1538 – 1610) corresponde al del primer escritor grancanario conocido. Su obra, además, está íntimamente relacionada con publicaciones significativas e importantes de los siglos XVI y XVII españoles e italianos. Sin embargo no figura -generalizo- entre los literatos leídos por alumnos de Secundaria (¿y universitarios?) o demandados en librerías.

 Y eso que se trata de “un poeta de signo plural” (doctor Brito Díaz), habilísimo en el verso esdrújulo y, por tal razón, elogiado por Cervantes (tratado después con cierta sorna), Lope de Vega… e imitado por Góngora. Resulta imprescindible, por tanto, añadir estudios filológico-literarios del profesor Antonio Henríquez Jiménez como “Unas octavas de Cairasco sobre Agaete. ¿Censuradas?”; “La Esdruxúlea de Cairasco”… (Anuario del Instituto de Estudios Canarios), “El canto de Cipriano y Justina del Templo Militante” (Anuario de la Facultad de Geografía e Historia)... Y los realizados por el doctor Sánchez Robayna (“Poetas canarios de los Siglos de Oro”; “Cairasco de Figueroa y el mito de la Selva de Doramas”; “Estudios sobre Cairasco de Figueroa”…)

CARLOS BRITO DÍAZantonio henríquez jiménezandrés sánchez robayna

Carlos Brito Díaz  Antonio Henríquez Jiménez Andrés Sánchez Robayna

 

Ya desde 1894 el Ayuntamiento de Las Palmas lo reconoce como uno de sus más insignes personajes. Y a pocos pasos de Vegueta -Cairasco fue prior de la Catedral de Canarias y sepultado en una capilla- ubica un busto esculpido por el maestro italiano Paolo Triscornia. Descansa la pieza sobre dos libros superpuestos en forma aparentemente desordenada.

CAIRASCO ESTATUA

La Plaza de Cairasco fue paso obligado de Santiago Vargas camino de las Academias Municipales de Bellas Artes, pues desde su primera juventud y actividad laboral tenía muy clara la vocación de escultor. Y como el busto le impactó por su exquisita proporcionalidad, se detenía con frecuencia a los pies del paralelepípedo pedestal y subía la mirada hacia la marmórea obra. Esta le recordaba a otras también italianas ubicadas en el cementerio de Vegueta, el monumento a Colón (Alameda) o el levantado en honor a Hurtado de Mendoza (Plaza de las Ranas).

ESTATUA COLÓN ALAMEDAESTATUA HURTADO DE MENDOZA

gerardo morales martinónAsí que cuando Gerardo Morales Martinón, director del Instituto Cairasco de Figueroa (Tamaraceite) le encargó el busto del escritor grancanario, lo tenía claro. Por una parte, su condición de profesor del Centro le permitió elegir la futura ubicación. Por otra, el Cabildo de Gran Canaria le garantizaba la inversión económica. En tercer lugar, tenía la referencia del artista italiano.

Contaba también con el retrato hecho a plumilla por su admirado profesor Cirilo Suárez, que lo fue de las Academias Municipales (“Se trata de estampas de canarios ilustres que una marca de cigarrillos regalaba con cada paquete. La maestría de Cirilo me sirvió como fuente de inspiración”). Asimismo había conseguido en la catedral láminas del cuadro-retrato de Cairasco. Otra imagen para su inspiración fue la que desde 1602 aparece en varias ediciones de Templo militante, hecha cuando tenía sesenta años (aetatis suae anno LX). Corresponden las ediciones a 1602 (Primera parte); 1609 (Tercera); 1613 (Primera y Segunda); 1615 (Primera y Segunda); 1614, 1615, 1618 (Cuarta).

CAIRASCO POR CIRILO SUÁREZCIRILO SUÁREZ MORENO

Cairasco por Cirilo Suárez Moreno

Yo desconocía -a pesar de la inicial amistad con Vargas- el busto de 1977. Fue a partir de un artículo publicado sobre Antonio Henríquez Jiménez cuando supe por el propio escultor de la obra ubicada en el instituto. Y así entre dos bustos recién terminados, esculturas de cuerpo entero, bolsas de negro plástico que protegen encargos y creaciones originales… tuvimos una tarde de palabras y enseñanzas, las más de las veces ante mi sepulcral silencio cuando el artista pretendía trasladarme las fuentes de su inspiración y faena técnica.

El busto vio la luz desde su esencia escultórica justo en la misma habitación preparada para el futuro hijo de Santiago Vargas. Es decir: el artista revivió al poeta mientras llegaban a sus manos los salitres de la misma mar próxima a Vegueta, mar convertida en ruta, sendero y camino hacia Europa cuatrocientos y tantos años atrás pues condujo a Cairasco hacia Sevilla, Portugal (¿Lisboa, Coimbra?), Italia.

 

De ahí que Santiago Vargas no se conformó con una simple cabeza: “Hubiera quedado deslucida”, afirma mientras su mirada se diluye por el estudio. “Quise mostrar a un hombre alegre, con carácter y semblante vivaz”.  Por tal razón insistió en la rotundidad de las formas: “Lo rotundo del volumen para romper el impacto lúgubre del cuadro”. Y a un hombre tan activo y andarín por tierras y palabras bien construidas y de alta calidad literaria no se le puede representar estáticamente: “Por eso le doy movimiento; no mira al frente como el del italiano, lo hace hacia un lado”. Y la elegancia, claro. Un hombre sabio como Cairasco, europeizado y creador de belleza, “muestra más energía en la compostura”.

santiago vargas

eduardo capaSantiago Vargas recrea con el recuerdo su estancia en Madrid como alumno de la Escuela de Bellas Artes. El busto siguió tres pasos: barro, vaciado y fundición. Y el último quedó en manos de Eduardo Capa, también viejo profesor de Vargas en cuyo dominio de la técnica confiaba. Además don Abraham Cárdenes, director de las Escuelas Municipales, se lo había recomendado cuando salía el primer año para hacer la licenciatura en Madrid tras el curso en Tenerife: “Procure caer en manos de Capa. Moldeará su aprendizaje con manos de maestro”.

 Ya en sublimación artística, Santiago Vargas habla de la luz y otros elementos atmosféricos: “la escultura de mármol es de un blanco monótono, homogéneo. Pero la de bronce, en lugar cerrado, da otros matices distintos a los que tiene en lugar abierto”.

Santiago Vargas sabe que su busto a Cairasco es el segundo en el tiempo. Ciento ochenta y un años lo separan del primero, el de Paolo Triscornia, autor reconocido en la ciudad y a quien se le encargó también el busto de Colón (Alameda). Obviamente, entre el mármol y el bronce hay diferencias. Pero con ambos -si el escultor lo es- la materia puede convertirse en obra de arte.

“El italiano” y Santiago Vargas, en fin, perpetúan visualmente al escritor grancanario. Vargas -lo dejó patente mientras hablábamos- disimula la sana vanidad por una obra bien hecha.  

 

 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar

 

NICOLÁS GUERRA AGUIAR RESEÑA

 

 

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