Buscar
jueves, 28 de marzo de 2024 09:30h.

Tortuosos caminos para iniciar la juventud - por Nicolás Guerra Aguiar

 

FRASE NICOLÁS

 

 

Tortuosos caminos para iniciar la juventud - por Nicolás Guerra Aguiar *

 

Resultado de imagen de placa parlamento "En memoria de las personas que sufrieron en este lugar consejos de guerra con condenas a muerte y penas de prisión o represión por defender la libertad y la democracia”Fue el 27 de marzo. El Parlamento de Canarias (¿votación plenaria?) descubrió una placa "En memoria de las personas que sufrieron en este lugar consejos de guerra con condenas a muerte y penas de prisión o represión por defender la libertad y la democracia” y cuyas vistas se celebraron en el actual salón de plenos.

Bien es cierto: a partir del 18 de julio de 1936 hubo detenciones, palizas, condenas a decenas de años de cárcel, fusilamientos… en ambas provincias canarias. Acaso con la intención de amedrentar y, a la vez, demostrar fuerza y poder (y desprecio a las urnas), la represión fue cruenta en los años inmediatos a la rebelión militar. Y como el listado es extenso solo pondré dos ejemplos documentados con tres días de diferencia (periódico La Provincia).

Uno. Destaca el titular (23 de enero, 1937): “Se condena a muerte a la comunista alemana Elsa Wolff y seis marxistas más”. En el subtítulo, “Notas de la Auditoría de Guerra. IMPORTANTE CONSEJO DE GUERRA”. Los hechos se refieren al “alzamiento [contra la Fuerza Pública] ocurrido el 19 de julio último, en la ciudad de Telde, donde se hizo fuego […] El consejo de guerra estima los hechos como constitutivos de un delito consumado de rebelión” y “condena a la pena de muerte a José Artiles Viera, Juan Santana Ascanio, Juan Santana Hernández, Juan del Pece Díaz Corraleja y Elsa Wolff” (falta un nombre). También son condenados Francisco Santana Melián y otros trece “rebeldes” a treinta años de reclusión mayor. Un segundo grupo, a veinte. 

Dos. “SENTENCIAS DE MUERTE EJECUTADAS” (26 de enero): “En el día de ayer se recibió el enterado del Gobierno de Burgos […] a los paisanos José Martín Herrera [siguen dieciocho nombres más] en concepto de autores de un delito consumado de rebelión militar [...] Los reos entraron en capilla […] habiéndose ejecutado la sentencia a las siete horas de esta mañana por varios piquetes de la guarnición [Tenerife]”.

Consejos de guerra repetidos durante los sesenta, ahora con impactos personales. Porque hay experiencias, estimado lector, que dejan perenne huella en nuestra memoria y no es necesario recurrir a la hipnosis para recrearlas, pues no permanecen escondidas en el subconsciente. Muy al contrario: viven como la propia vida que cincuenta y tantos años después sigo viviendo. Porque en mi condición de alumno y condiscípulo (Preuniversitario, instituto Pérez Galdós) sentí los dos consejos de guerra (Castillo de Mata) que la barbarie de la irracionalidad le impuso a Salvador Sagaseta de Ilurdoz Paradas (el primero a la derecha, de pie, con chaqueta).

foto nicolás

Salvador no tenía los veintiún años en diciembre de 1966 cuando se celebró el primero (incluyó a Juan Hernández Rodríguez, redactor - jefe de Diario de Las Palmas) ni el 15 de junio de 1967 (segundo), que alcanzó al poeta Pedro Lezcano): por tanto, era menor de edad. Pero una circunstancia agravante lo llevó ante dos tribunales militares: era sobrino de Fernando Sagaseta de Ilurdoz Cabrera, abogado condenado a ocho años de prisión por un consejo de guerra (1962) con otros siete detenidos: “Fue el depositario inicial de la idea, inspirador y director del movimiento Canarias Libre”.

Pretendían “lograr la independencia del archipiélago creando el malestar apropiado para tal fin”. El movimiento “no sólo perseguía fines exclusivamente separatistas y antinacionalistas sino que además estaba matizado por un cierto izquierdismo marxista”. El 5 de mayo ingresan en la cárcel tras serles denegado por el capitán general de Canarias el beneficio del indulto.

Obviamente, la condición parental de Salvador no bastaba para un consejo de guerra. El nuevo capitán general (1966), obsesionado con el movimiento “Canarias Libre”, aprovechó la oportunidad que le brindaba una página del desaparecido Diario de Las Palmas para cargar contra el apellido Sagaseta: en su sección “luz verde a la juventud” (29 de junio) Salvador incluye “Consejo de paz”, poema de Pedro Lezcano. Un dedo (aparentemente acusador) del cantante Antoine -símbolo de la juventud inconformista universal- apunta a la estrofa tercera (“Negación de los nombres. / Negación de las frases. / Si no sois primavera, espuma o viento, / Fuerzas de Tierra, Mar y Aire. / Si el vendaval no sois ni la semilla / ni la lluvia que nace de los mares, / usurpadores [-as] sois de las palabras / nobles y elementales”).

Justo a los cinco días comienza la campaña (militares) contra el contenido del poema y su autor: “Falsos pacifistas; antiheroísmo; incapacidad de sentir amor y respeto a la Patria [me suena, me suena]...”. Pero la cólera militar lleva ante el tribunal no a Lezcano sino… a Salvador, quien había reproducido sin comentario ni retoque algunos el poema. Es absuelto, pero capitanía no acepta la sentencia y reclama un segundo juicio: ahora incluye al poeta. Lezcano es condenado a seis meses de prisión y Salvador… a dos años.

Ingresa en la de Barranco Seco. Pero como tiene visitas lo trasladan a varias cárceles andaluzas. Cumplida la pena regresa a Las Palmas. Veinticuatro horas después la policía militar se presenta en su casa: debe cumplir el servicio militar en el batallón disciplinario de Echera (Sájara). Lezcano y su tío lo “secuestran”. Al fin logran embarcarlo clandestinamente: Chipre, Yugoslavia, Italia (el poeta Alberti nada quiere saber de Salvador). En 1974 llega a Suecia, donde vive hasta su regreso.

 A lo largo del curso hablaba mucho con él, y reflexionaba sobre caminos complementarios a mi formación inicial. En junio de 1967 asistí al segundo consejo de guerra: mi amistad con el hijo de don Andrés Hernández Navarro (abogado de Juan Hernández) me posibilitó la entrada (me impactaron las metralletas en manos de soldados dentro de la sala).

Persecución, ensañamiento e injusticia: mi entrada al mundo de los adultos, acaso precipitada y por la vía más tortuosa. Descubrí la violencia de quienes pisotean libertades y destruyen la vida de un joven veinteañero, víctima de la sinrazón y avasalladoras actitudes. A partir de ahí mi plena fe de vida se fue haciendo con palabras serenas, racionales razones, desapasionamientos y compromisos éticos. Fue la gran lección aprendida desde las aulas del instituto Pérez Galdós.

 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Nicolás Guerra Aguiar

 

nicolás guerra reseña

 

MANCHETA 9