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jueves, 18 de abril de 2024 15:56h.

Un premio, un trabajo: el Parque Arqueológico - Cueva Pintada de Gáldar - por Nicolás Guerra Aguiar

"Que el señor director general de Relaciones Exteriores del Gobierno de Canarias fundiera 820 euros nuestros en dos noches de hotel en Madrid no tiene nada que ver con la concesión del premio Hispania Nostra al Parque Arqueológico - Cueva Pintada de Gáldar. Que aquel señor Martínez-Fresno sea dado a hoteles de lujo cuando lo viajan a Madrid, Barcelona (no hay problema con los euros, se reduce un aula y al carajo) es eso, veleidad, antojo, capricho, debilidad humana, el hombre es joven, sonriente, elegante."

Un premio, un trabajo: el Parque Arqueológico - Cueva Pintada de Gáldar - por Nicolás Guerra Aguiar

 Que el señor director general de Relaciones Exteriores del Gobierno de Canarias fundiera 820 euros nuestros en dos noches de hotel en Madrid no tiene nada que ver con la concesión del premio Hispania Nostra al Parque Arqueológico - Cueva Pintada de Gáldar. Que aquel señor Martínez-Fresno sea dado a hoteles de lujo cuando lo viajan a Madrid, Barcelona (no hay problema con los euros, se reduce un aula y al carajo) es eso, veleidad, antojo, capricho, debilidad humana, el hombre es joven, sonriente, elegante.

 Que entre todos pagáramos 820 euros (ABC dixit) por dos noches al hotel Madrid Reina Victoria donde asentó sus reales relaciones el Ilmo. señor director general del Gobierno que carga las aulas con cuarenta alumnos, cierra  plantas de hospitales y reduce sueldos de funcionarios, no tiene mayor importancia, a fin de cuentas había sido enviado en misión oficial a zonas exteriores, que la mar es un elemento diferenciador. Y, además, debía de estar en misión ultrasecreta, pues pasaron los meses y nadie del Gobierno de Canarias (ni los del PSOE, aquellos de la transparencia) se había enterado, James Bond. Aunque lo que sí llama la atención son los 410 euros diarios, quizás había pedido colchones de fibra óptica y revisión de las instalaciones electrónicas, pues los agentes del espionaje son muy astutos, ya se sabe, y la política exterior del Gobierno de Canarias dicen que es incluso supranacional; pero ese inconveniente tiene el ser tan universales, castigo de Dios.



Insisto: la secretaría general confirma que no se constató por el contraespionaje la presencia en aquel hotel de 410 euros diarios de ningún miembro del jurado que concedió –a la vez- al Parque Arqueológico - Cueva Pintada de Gáldar y al Parque del Puente del Diablo (Tarragona) el Premio a la Conservación del Patrimonio por parte de Hispania Nostra. O lo que es lo mismo: ambos dos, juntos de mancomún, ganaron por sus méritos y de quienes los dirigen tal galardón, primera edición, sin que Asuntos Exteriores del Gobierno canario interviniera.  

 El Premio Hispania Nostra es «el reconocimiento de las buenas prácticas en el ámbito del Patrimonio Cultural de España, llevadas a cabo por personas físicas o jurídicas que hayan contribuido a su conservación y enriquecimiento», tal reza el texto que lo justifica. Se trata de premiar a quienes con trabajo serio, riguroso, de estudio y divulgación, pueden ser tomados como ejemplos del buen hacer en lo que a la conservación del patrimonio se refiere. Y esta Asociación, fundada en 1976, declara en la primera edición de su Premio que nuestra Cueva Pintada y el Parque Arqueológico tienen una extraordinaria importancia ya no sólo por sí mismos, sino también por el trabajo científico que sus miembros desarrollan, y a cuyo enriquecimiento contribuyeron personas de Gáldar porque entendieron que el Patrimonio no es propiedad individual, sino que pertenece a la comunidad.

  Como tal Cueva Pintada, para mí no es ninguna novedad, me crié en sus entornos y divagué por sus sombrías estancias desde mi infancia cebollera tras pasar las acequias que caminaban por delante de la casa de maestro Pepe el Ciego, cuando los rojos intensos y los nigérrimos negros cubrían sus paredes, muchísimo antes de aquel disparate que consistió en cortar la humedad que los había conservado en la más absoluta plenitud. Gracias a las plataneras arriba plantadas, la piedra no absorbió colores y geometrías, linealidades triangulares que enfrentan sus vértices en suaves oposiciones, como si dejaran traslucir que a pesar de puntiagudas finitudes no llegan al roce, sino que se trata de armonizar a través de la línea recta y de los ángulos rigurosamente marcados, qué cosas, en una sociedad que se sigue definiendo como neolítica frente a la espectacularidad de las construcciones góticas o iniciales distensiones del Renacimiento italiano.

  Volví a ella –perdidas ya su virginidad y contundencia- días antes de la inauguración, cuando el director primero –don Fernando Pérez- me dejó entrar con mis alumnos tutorandos del Pérez Galdós, quizás los primeros discentes que la visitaron porque yo les había hablado, y mucho, de mi primera arribada allá a los diez, once años, alumbrado por velas Elefante y mi primera linterna made in Germany. No fue una intromisión ni, por supuesto, una ventaja sobre los alumnos galdenses, en absoluto: yo le había descrito al director con tanta minuciosidad sus rincones, que aquel no pudo contener la curiosidad y nos dejó pasar porque, a fin de cuentas, ella me descubrió lo que luego confirmé: el sereno impacto de su armonía geométrica.

 Hoy los premian, y el premio no tiene valor porque lo entregue la reina, lo menos importante. Yo lo valoro porque se distingue a quienes la pintaron, a sus conocimientos. Se reconoce que hubo en aquella cultura más, mucho más de lo que interesadamente informaron los conquistadores antes de su exterminio. Pero, además, se premia a quienes los conservan y universalizan, a quienes los hacen más de todos, a quienes tuvieron la decisión de abrirla. Y como se lo merecen, quiero darles las gracias (mi riqueza son las palabras), reconocerles su trabajo, valorarles públicamente su entrega y rigor científico, ajeno por fin a historietas de falsos profetas y vividores que solo la tuvieron para vanidosos comportamientos. No daré nombres, son muchos, alguno podría quedar fuera. Pero el reconocimiento a quienes la dirigieron y la llevan hoy por caminos científicos y vías de rigor histórico y arqueológico es, como canario del mundo y cebollero de la calle Audiencia, lo que me corresponde. Y como es de justicia, lo hago con placer y satisfacción. Gracias, gente joven.  

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