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Unanimidad en la reivindicación del Casco Histórico de Las Palmas como Patrimonio Cultural Mundial por la UNESCO - por Erasmo Quintana

Para entender la ciudad–urbe de Las Palmas de Gran Canaria y su universalidad hay que considerarla hija del mar. Es por ello que no se la reconoce si no estuviera bañada por la caricia de las olas del sonoro Atlántico. Salvo la intelectualidad, pocos de sus hijos conocen la importancia de su núcleo histórico, ese que ha parido señeras figuras universales como el eximio Benito Pérez Galdós, Pedro Agustín del Castillo, Néstor Martín Fernández de la Torre o Alfredo Kraus. Asimismo es motivo de orgullo que haya llegado hasta nuestros días el importante núcleo monumental que se fue pergeñando a lo largo de cinco siglos por el amoroso quehacer de sus hijos.

Pocos también conocen que Vegueta es el primer asentamiento urbano, la ciudad adelantada que los conquistadores castellanos fundaron finalizada la Conquista, a cuyo frente se encontraba Juan Rejón, convirtiendo en el núcleo primigenio de lo que será tan señorial barrio.

Éste es el primer lugar en que se asentaron las instituciones administrativas, militares y políticas de la modernidad. Surgió así la Plaza Mayor de Santa Ana, concebida como el centro de tan representativos poderes, entre los que destacan el Ayuntamiento y, a su frente, la Catedral, así como la Capitanía General. Dicho modelo urbanístico, mimético del peninsular se estableció aquí, luego llevado a la América hispana: el trazado cuadrangular, que no rectangular como disponían las ordenanzas del Descubrimiento, fue el que se impuso en las colonias. Así, el ejemplo de plaza grancanaria fue el que se materializó allende el proceloso mar Atlántico. Estos son motivos que nos hacen reconocer que nuestra primera urbe sea tan importante y que nos llene de legítimo orgullo.

Por otro lado, no se ama lo que no se conoce; de ahí el deber de insistir y señalar cuantas veces sean necesarias la importancia de nuestra capital Las Palmas de Gran Canaria. Otro de los hitos importantes es el florecimiento del Puerto de la Luz y de Las Palmas (que nada tiene que ver con el casco histórico Vegueta-Triana), convertido hoy en el referente más importante del Archipiélago Canario. En ello tuvo la colonia inglesa mucho que ver, pues incluso aportó en alguna medida financiación para su construcción.

Urbe la nuestra, enclavada en el centro del Archipiélago, villa marítima por excelencia, y bañada por un mar que domina los vientos alisios y una esplendente playa ciudadana, que la convierte en una de las mejores del país, pues como playa, las hay de más empaque, tales las de Fuerteventura, pero lo que la hace importante y única es que Las Canteras está formando parte intrínseca de la ciudad.

Disculpándoseme la licencia, volvamos a nuestra valoración del tesoro que tenemos y por lo que se ha promovido una Plataforma Ciudadana Reivindicativa Las Palmas Patrimonio Unesco, al objeto de poner en valor su riqueza histórica y arquitectónica de Vegueta-Triana, para que así sea reconocida por la Unesco. El historiador Alfredo Herrera Piqué ya lo había propuesto hace dieciseis años, lo cual fue aprobado por unanimidad en el Ayuntamiento de la capital y todas las bendiciones del Cabildo grancanario y Gobierno Autónomo, lo cual fue entregado al ministerio de Cultura, siendo asimismo recepcionado con la mayor predisposición. Fue pasando el tiempo, hubo diferentes elecciones con cambios de fuerzas políticas, y todo quedó incomprensiblemente en el más absoluto de los olvidos. Nadie se interesó en que la solicitud llegara a los organismos de la Unesco.

En alguna ocasión, con paso tardo, he cumplido un deseo, una necesidad de contemplar el hermoso entramado del casco histórico de Vegueta. La mirada se fijaba en la hermosa Catedral de Canarias; las Casas Consistoriales y, muy próxima, la Real Audiencia y Casa Obispal. La Casa Regental, rehabilitada en el primer tercio de esta centuria. De principios del S. XVII se encuentra la ermita del Espíritu Santo y el convento de las monjas bernardas descalzas de San Ildefonso.

Frente al convento se encuentra la sede de lo que fue el Tribunal de la Santa Inquisición de Canarias, ocupando un edificio reedificado en el año 1659.

También tenemos la Calle Mayor de Triana, que siempre fue la más importante zona comercial de la capital. El sol limpio de las mañanas dan brillo y contraste a sus fachadas pertenecientes a nobles edificios modernistas unos, junto a otros de estilo romántico, y los de más allá de un claro Art Nouveau, fiel reflejo de una sociedad comercial y aburguesada y otra de la alta aristocracia insular.

El resto de las edificaciones son inmuebles que la incuria aborregada hizo desaparecer -magníficos edificios emblemáticos- y levantando en su lugar adefesios de muy difícil catalogación. 

Hay un verdadero clamor de la sociedad grancanaria en que se reconozca el valor histórico y patrimonial de su capital por la Unesco, cuyas importantes instituciones públicas y privadas así lo han expresado sin  duda a nuestra Plataforma. Quienes no parecen interesados son los que pisan moqueta. Hay elecciones a la vuelta de la esquina este año, y verán que nos vuelven a prometer el oro y el moro, pero todo quedará reducido a humo, pues lo que traen en la mochila no es tan arcano: ya lo conocemos de sobra por experiencia.

* En La casa de mi tía por gentileza de Erasmo Quintana