Ese es el problema, del que trata Álvaro Frutos. Que los dirigentes actuales del PsoE pretenden atajar sus problemas desde lo circunstancial y con resortes superficiales, sin percatarse de que su mal es que han desarrollado unas políticas de gobierno mucho más inclinadas a las tesis liberales capitalistas, que a las del socialismo de veras. Y que eso les ha hecho perder un enorme contingente de personas que sí entienden lo que es socialismo.

Pero tiene mucha razón Álvaro cuando se refiere a que la complicación viene de que, por una parte, el PsoE sigue siendo una referencia para la izquierda y que, por la otra, no existe una alternativa a ese partido hegemónico. Porque el resto de la izquierda se empeña en mantener su mal crónico de la división, añado yo.

Pero, sobre todo, coincido con Álvaro en que la responsabilidad de la dirección del PsoE es tanto mayor cuanto las consecuencias de los problemas de su partido perjudican notablemente a todos los pueblos que conformamos el estado español. 

Por eso creo que  hay que atemperar las críticas, limitarlas a la dirección y alentar a tantos y tantas que quedan de bueno en ese partido, para ayudarle a que recupere de nuevo el significado de todas sus siglas y vuelva a ser el PSOE que aglutine y organice la lucha contra la embestida ultraliberal. Sin embargo, entendiendo que ese PSOE recuperado debe cooperar con las restantes fuerzas de izquierda en la lucha de resistencia, primero y derrota, al final, de las posiciones de la derecha.

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