Un suspiro de alivio se sintió ayer en el conjunto del pueblo de izquierdas. La posibilidad palpable de un gobierno del Partido Popular y Vox se ha demostrado como la mayor garantía de movilización del campo progresista.
Frenada la posibilidad de un gobierno de extrema derecha, la clave que nos deja este 23 de julio es la vuelta a un bipartidismo imperfecto y un alto grado de inestabilidad. El Partido Popuar y el PSOE suman ya casi 16 millones de votos, aproximadamente 4 millones de votos más que en las elecciones de 2019. Podemos hablar de un bipartidismo imperfecto que seguirá necesitanndo de sus respectivas muletas, las cuales no dejan de menguar su presencia en cada proceso electoral. Superando este domingo Vox tímidamente los 3 millones de votos, perdiendo 627 mil respecto a 2019, y dejándose 700 mil votos Sumar en comparación con los resultados de Unidas Podemos y el resto de partidos que hoy componen la coalición.
Un voto que tiene poco de apoyo decidido al PSOE y a Sumar y si un voto claro contra la extrema derecha. Y es que la campaña electoral, como escenificó a todas duces el debate electoral organizado por TVE, demostraron una vez más que Sumar puede tener un perfil distinto al PSOE, pero no son diferentes, el proyecto de ambos pasa por desarrollar una gestión amable de la actual crisis capitalista y ecosocial que haga posible los beneficios de las grandes empresas. El pasado Gobierno de coalición será recordado por sus incumplimientos, los cuales le merecieron los no pocos aplausos de la patronal y las élites europeas.
Tras los resultados del domingo, solo dos opciones están sobre la mesa. Una mayoría progresista que depende de Junts para reditar el Gobierno de coalición o repetición electoral. Que lo primero sea posible no será gratis, el independentismo ya ha dejado clara su poca voluntad de pactar con Sánchez y la necesidad de acuerdos en torno a la amnistía y el referéndum de independencia. Si finalmente se hace posible el acuerdo, el resultado será un Gobierno de coalición aún más débil, con una derecha a la ofensiva gobernando en la mayoría de comunidades autónomas y ayuntamientos. Y la poca confianza en que sea capaz de afrontar las batallas necesarias para acometer las tareas centrales del momento político: derogar las reformas laborales del PP y el PSOE y levantar una legislación laboral que refuerce el poder sindical de la clase trabajadora, romper completamente con la política migratoria racista que viene ejerciendo, acabar con la ley mordaza y laminar el poder de los aparatos represivos del Estado y mucho menos afrontar la disputa contra la gran burguesía a la que se viene sosteniendo con los Fondos Europeos.
Las opciones anticapitalistas tampoco pasan por su mejor momento. Ni Adelante Andalucía, ni la CUP consiguen representación y sufren un notable descenso de votos. El panorama que esto abre demuestra la necesidad de una rearticulación programática en clave ecosocialista que asuma la necesidad de sostenerse sobre sectores de la clase trabajadora con capacidad para articular conflictos concretos que rompan la paz social y pongan al orden del día cuestiones centrales como una planificación ecosocialista y democrática de la economía, la desmercantilización de la vivienda, un amplio proceso de regularización de las personas migrantes. Una estrategia política que parta del conflicto, la intervención decidida y exija el reconocimiento de lo conquistado por parte del Gobierno y el Estado y no al revés. En definitiva, un proyecto político capaz de armar en el medio plazo un bloque autónomo y políticamente independiente del Gobierno, que vaya más allá del rechazo a la extrema derecha y se sostenga sobre un programa bajo los intereses y necesidades de la clase trabajadora.
* Gracias a PODER POPULAR y a la colaboración de Manuel de la Rosa. En La casa de mi tía con autorización.
https://poderpopular.info/2023/07/24/frenada-la-derecha-toca-desterrar-sus-politicas/
