Las informaciones dedicadas a los brutales atentados en París han superado todo lo imaginable. El morbo y el dolor, las escenas dantescas atraen al público tanto como el dinero.

os medios hegemónicos que dicen luchar por la igualdad de sexos, por la no discriminación de homosexuales o transexuales, por el respeto a las creencias religiosas y opciones políticas, incumplen todas las normas sociales, sobre derechos humanos y profesionales, cuando de víctimas se trata.

Para esas plataformas (RTVE, El País, Google, CNN, Euronews, etc., etc.,) la tragedia francesa debe ocupar mayor espacio informativo que el atentado que costó la vida a las 224 personas (de ellas 25 niños) que viajaban de Egipto a Rusia.

Y menos aún el atentado del Líbano, donde “sólo” se produjeron 40 víctimas moratales.

El pensamiento únido establecido en esos medios parciales, subjetivos, manipuladores y torticeros, ordena cómo hay que tratar periodísticamente unas tragedias de ese calado, imponiendo a sus trabajadores directrices tan inmorales como repulsivas.

Así, 129 muertos en París son más importantes que 224 víctimas a bordo de un avión ruso, derribado por una bomba o que las 40 de Beirut.

Más aún que los 4.000 inocentes asesinados por el régimen de Poroshenko en Donbass.

Millón de veces más merecedores de lamentos y funerales que los cientos de miles de personas asesinadas por la OTAN en Libia.

Los videos caseros inundan las redes sociales con escenas dramáticas sobre los atentados en la capital del Sena.

Las imágenes muestran a gente malherida, gritando con el pavimento lleno de de sangre, mientras otras personas intentan brindar ayuda y primeros auxilios a las víctimas. El dolor vende. El morbo hipnotiza.

Los autores de las matanzas tiene el mismo origen: el terrorismo financiado por 40 naciones, de las que algunas pertencen al G20, como valientemente acusó el presidente ruso.

Pero los medios demuestran que hasta en la muerte hay clases. Primero, los cadáveres estadounidenses de raza  blanca. Segundo los cuerpos sin vida de británicos o franceses y alemanes.

Tercero, las víctimas italianas, portuguesas o españolas. Cuarto, infortunados pasajeros rusos. Quinto: negros asesinados por estupendos policías de Obama.

Y el resto, no tienen derecho a pantalla, excepto si aparecen descuartizados o degollados en directo. El perrodismo es otro tipo de terrorismo, incluso más miserable que el habitual.

* Tomado de EL BOLG DE CARLOS, con colaboración de VK y de Leonor Massanet Arbona