La última viñeta de Forges publicada en EL PAÍS
Yo, Chema Tante, no conozco a nadie que no le gustara Forges. Un tipo que ha estado presente muchos años en las vidas de todas las gentes que gemimos en este estado español. EL PAÍS publica la merecida amplia reseña de una muerte sentida por todo el mundo, incluyendo su última viñeta.
Que un miembro de un grupo tome la puerta, es un fracaso para el grupo.
La coña canaria dice irónicamente eso de "Ojos que te vieron dir..." cuando alguien detestado agarra la puerta. Y me imagino que eso deben decir Ada Colau y la gente de Barcelona en comú, ante esta estampida de quienes ven que ya no podrán aplicar sus instintos feroces contra la gente indefensa. Una estampida que desvela la carencia democrática de esta gente que no respeta los gobiernos legalmente constituidos.
Se le sale a Juan García Luján su proverbial bondad de corazón, cuando, desde LA PROVINCIA y SOMOS NADIE hace este poético autolamento de Paulino, en el m omento en que sus compinches le han enseñado la puerta.
El 27 de septiembre de 2011, o sea, el otro día, PSOE y PP se pusieron de acuerdo para reformar en 48 horas y sin referéndum alguno el artículo 135 de la Constitución Española, fijando como prioridad el pago de la deuda por encima de cualquier otro derecho fundamental.
Así podríamos resumir la lectura de las últimas elecciones europeas, un clamor contra la plasta del estamento político que nos gobierna desde la transición. No quiere decir que el bipartidismo se haya acabado, ni mucho menos, pero podría ser el comienzo de una gran amistad en las gentes que verdaderamente piensan con el hemisferio suroeste izquierdo.
En la foto de EL PAÍS, la alegría principesca ante el rechazo de la gente. Silbad, silbad, gentuza
La versión catalana de nuestro "mándense a mudar" ("foteu el camp") es algo malsonante, pero igualmente descriptiva. Se lo han espetado a Felipe Borbón y Leticia Ortiz en Barcelona, en El Liceo, en medio de un abucheo. Y es la representación de lo que cada vez más gente siente en todos los pueblos que nos debatimos impotentes en un reino que no sentimos nuestro, del que no nos sentimos parte.