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jueves, 02 de mayo de 2024 10:05h.
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Firmas

Victoriano Santana, un quijote en el aula - por Nicolás Guerra Aguiar

Cuando en el capítulo VI de Don Quijote de la Mancha el cura y el barbero realizan «el donoso y grande escrutinio en la librería de nuestro ingenioso hidalgo», tropiezan con una novela pastoril, Primera parte de las ninfas y pastores de Henares (Alcalá, 1587), «compuesta por Bernardo González de Bobadilla, estudiante en la insigne Universidad de Salamanca».  Fue condenada al fuego como la mayor parte de las que guarda el hidalgo de los de lanza en astillero, y diéronse prisa porque acaso intuyeron que un joven canario de Telde, mi admirado Victoriano Santana Sanjurjo, habría iniciado las pesquisas sobre el autor si hubiera nacido por aquellos años.

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La pasión por el aula - por Nicolás Guerra Aguiar

David Kepesh es un joven norteamericano, judío, con ascendencia húngara. A los dieciocho años se matricula en la universidad e inicia estudios lingüísticos y de literatura europea.  Mientras, lee intensamente a los grandes escritores, «los arquitectos de mi mente», los llama. Y a lo largo de la novela de la que es protagonista (narración en primera persona) comenta sobre ellos (Flaubert, Genet, Mann, Tolstói, Chéjov, Joyce…). E incluso, a la manera cervantina, rompe el hilo del discurso y entra en comentarios ajenos a la trama argumental, digresiones que le permiten hablar de Kafka a lo largo de varias páginas, de su aparente bloqueo erótico, su trato con una señora puta de Praga a la que David entrevistó y, quizás, relacionada con el relato El artista del hambre. Discurre sobre los espacios físicos de una zona que pudieron ser la topografía de El castillo, el uso de un adjetivo –kafkiano- cuando un profesor checo se refiere a la presencia de los rusos en el país (La primavera de Praga)...