La casa de mi tía
El maquinista del tren de la tragedia de Santiago ha admitido un despiste y le han formulado cargos por imprudencia. Yo no sé si el hombre será culpable y hasta qué punto. Pero eso no exime de responsabilidad a ADIF ni a RENFE. La tecnología ofrece dispositivos para prever cualquier fallo humano. Un despiste, una inhabilitación física o, incluso, una decisión voluntaria para un atentado. Cuando la velocidad máxima es de 80 kilómetros por hora, y el tren va a 190, esos sistemas frenan el tren. Pero no existían en ese tramo tan demostradamente peligroso. Y yo afirmo que no se habían instalado esos sistemas de seguridad, únicamente, por la obsesión criminal del ahorro, para aumentar los beneficios.