Federico Aguilera Klink recupera estos gráficos difundidos por LA VÍA CAMPESINA y GRAIN, en 2014, denunciando uno de los principales factores de la desestabilización climática. Porque esta catástrofe tiene muchos padres y muchas madres. Todas ellas y todos ellos, compartiendo un denominador común: el bellaco egoísmo económico, alimentado y justificado por el malhado neoliberalismo. Si nuestra especie sobrevive, algún día habrá que juzgar y condenar in memoriam o in praesentia a toda la caterva discípula de Friedman y compañía. El asunto de la producción agroganadera  y comercialización de alimentos tiene mucha punta y mucha acidez.  Canarias tiene en su historia muchas experiencias terribles, precedentes de las salvajadas actuales. Volver a la producción tradicional y el consumo de alimentos locales, cueste lo que cueste, cueste lo que cueste, cueste lo que cueste, lo repito tres veces, para que nadie se crea que es una bobería, es una cuestión de supervivencia. 

Este insigne texto que recomienda Francisco Morote, de ATTAC Canarias, es el editorial del mexicano LA JORNADA. Y a mí, Chema Tante, que comparto totalmente estas palabras, me sigue llenando de estupefacta angustia que cosas tan obvias sigan teniendo que se alertadas continuamente. La producción masiva de alimentos, que responde a consideraciones meramente económicas y ahoga a las pequeñas producciones, consituye un suicidio de la Humanidad, porque violenta las posibilidades de producción a futuro. Nunca se dijo con más oportunidad que ahora: "Pan (para alguna gente) hoy, hambre para mucha gente, hoy y mañana". De esto de las pequeñas producciones destrozadas por la competencia cruel e insensata de las producciones masivas, sabemos mucho en Canarias, donde el fenómeno se produce por la actitud criminal de los empresarios y la complicidad sanguinaria de los políticos.