Yo, Chema Tante, tengo que decir que hacer La casa de mi tía es u8n ejercicio muy duro. Todos los días puedo comprobar el grado de abyección que ha alcanzado el género humano y, muy en especial, esa cultura europea, esa civilización de la arrogancia y el desprecio a los derechos de los pueblos que Europa ha ido sembrando allá donde haya plantado su bota y atrapado entre sus garras. Ahora estamos sabiendo como, en nombre de esos valores de la civilización, la colonización europea en Canadá asesinó a centenares de niñas y niños que secuestró de sus hogares, que arrebató a sus familias de las etnias originarias. Y sabemos que cometió a esa multitud infantil cautica a experimentos de desnutrición y frío. No hay excesivos testimonios periodísticos, pero Francisco Morote ha podido localizar este editorial de LA JORNADA y este lacerante informe y llamamiento que hace Allison Daniel desde THE CONVERSATION, reproducido por BBC NEWS, a los que añado la referencia que hice en La casa de mi tía el 1 de junio. Pero que nadie se alarme, las sociedades de la cultura europea, en Europa y en el mundo, seguirán muy satisfechas, complacidas de los valores con que han infectado a la Humanidad. No se enteran de que Europa ha creado belleza y conocimiento, sí, pero ha sembrado también dolor, sufrimiento y exterminio.
Un importante artículo de Carmen Barrios Corredera en NUEVA TRIBUNA. Un texto para reflexionar. Y yo, Chema Tante, digo que el neoliberalismo ganó la batalla de la cultura. El neoliberalismo consiguió embutir en la teoría y en las mentes de la gentes sus falsos postulados. Es el triunfo cultural del consumismo, del derecho del fuerte, del beneficio a toda costa.
Javier Gallego Crudo en EL DIARIO reflexiona sobre el hostigamiento sistemático que recibe la brega feminista. Lo señala el coherente veterano militante socialista Antonio Aguado y yo, Chema Tante coincido con Gallego Crudo en que estos ataques son la mejor prueba de la fortaleza del movimiento por la Igualdad.
Yo, Chema Tante, no me canso de repetir que en el momento en que Canarias cuenta con el mayor y más preparado número de gente formada, la maldición de le migración se repite. A lo largo de la Historia, la gente más decidida del pueblo, la oligarquía no, claro, tenía que buscarse la vida por esos mundos, en tanto que acogíamos -con solidaridad, que una cosa no quita la otra- a montones de personas de fuera que sí encontraban un hueco en las islas. Esto de la migración, para dentro y para fuera, es otra de las paradojas de unas islas afortunadas desgraciadas al tiempo. Y ahora, que el turismo se ha vendido como el gran milagro económico -y lo fue, para una oligarquía aprovechada- mucho hombre y mucha mujer con créditos universitarios brillantes, no han recibido de su patria la aceptación de sus méritos, y por allá fuera andan. Como es el caso de José Manuel Castellano, académico de la de la Historia de Ecuador. Ahora, a su brega docente y editorial Castellano une la comunicadora y nos anuncia el parto de LA CLAVE CUENCA, La casa de mi tía está privada con la aparición del medio hermano.
Federico Aguilera Klink señala esta reseña que hacía Bernabé Sarabia en EL CuLTURAL, en 2019 del libro Mediocracia. Cuando los mediocres llegan al poder, de Alain Deneault. Como yo, Chema tante, digo y sostengo, el libro parece escrito pensando en los gobiernos canarios, el de ahora y los anteriores. Pero, en descargo, que no en justificación de la mediocracia canaria, hay que decir que esta desgracia, como la covid-19, es universal, planetaria. De Trump a Bolsonaro, de Macron a Sánchez, la gente mediocre se ha encaramado a los altares del poder. Mientras tanto, el neoliberalismo contrata a la gente que vale y se deja comprar, mientras la que no se vende, grita en el silencio del espacio sideral sus verdades. Y así nos va, con un Planeta que se muere, con una Humanidad agonizante.