Un artículo de Vicenç Navarro en NUEVA TRIBUNA, y PÚBLICO de hace siete años, de 2014, que recupera el coherente veterano militante socialista Antonio Aguado y que yo, Chema Tante, complemento con los enlaces a otros dos, de 2016. Uno, de Alberto Garzón, en el mismo sentido y otro, en el contrario, del conocido economista neoliberal, Juan Ramón Rallo. Véase que a los sólidos argumentos de Navarro y Garzón, que demuestran que el sector financiero precisa de la presencia pública para evitar los vicios que impone el desmedido apetito por el beneficio de la banca privada, el único argumento que se le ocurre al neoliberal es condenar la "politización". En todo caso, desde entonces acá, los hechos han seguido dando la razón a quien ya la tenía desde el principio. La situación en el sector financiero permite hablar de una auténtica y bellaca estafa bancaria, en todos los órdenes y en toda regla. La banca privada abusa, extorsiona y roba con toda impunidad. Y la única manera de poner coto a todo esto, incluso respetando las reglas del mercado, tan queridas y alabadas -cuando les conviene- por la oligarquía neoliberal, es recuperando una banca pública que ponga orden y ofrezca financiación a todo el tejido productivo, gestionando los fondos oficiales.