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sábado, 20 de abril de 2024 01:42h.

Condenados en su condición de inocentes - por Nicolás Guerra Aguiar

NICOLÁS GUERRA AGUIAR"...son tres ejemplos de actuaciones que amargaron a muchas personas acaso por precipitadas o, al menos, no contrastadas o investigadas hasta el final. ¿No hay responsables?"

Condenados en su condición de inocentes - por Nicolás Guerra Aguiar *

      F.T.G. es un hombre de Castillo del Romeral. Pasó en prisión seis meses acusado de una hipotética salvaje agresión: violó analmente a un niño de siete años. Y ya se sabe lo que dicen sobre cómo se comportan otros presos en cuanto que tropiezan en la cárcel con un violador de menores. Deduzco que entre la ficción novelesca y la realidad diaria del recluso muy poca diferencia puede haber.

   Desconozco qué le sucedió a F.T.G. en aquel periodo. No sé si fue perseguido, amenazado, violado o acaso castrado… A su condición de violador de menores –allí no caben adjetivos como hipotético, presunto, supuesto…- deben sumarse la indefensión absoluta y el aplastante argumento de una decisión judicial que lo envía a prisión. Y como todos dicen que son inocentes, ¿quién iba a creer a F.T.G. cuando intentó convencerlos de su honestidad? Nadie, por supuesto: si estás aquí dentro, por algo será. Pero F.T.G. tenía razón: era inocente. Tuvo que esperar seis meses y medio para que el juez decretara su excarcelación. Y casi siete años para que la Audiencia Provincial de Las Palmas remendara tal injusticia: no hay pruebas –ni una- de que hubiera cometido tal execrable acción.

   Ante lo cual, una pregunta: ¿en qué se basaron para detenerlo y encarcelarlo? A la vista está: la contundencia con que se actuó no tiene fundamento alguno. Y estaba en juego la vida de un hombre acaso con mujer e hijos –la vida no son solo las ochenta pulsaciones por minutos que necesitamos para ser-. Quizás tenía padres, hermanos, cuñados, sobrinos, amigos, vecinos… llenos de dudas cuando no de credulidades: a fin de cuentas, así por las buenas tras investigaciones y paso por fiscalías y jueces, a nadie inocente se encierra en una cárcel europea, dicen. Sin embargo no cupo, ni tan siquiera, la presunción de inocencia a pesar de que el informe forense certificara que “No hay ninguna lesión en la zona genital, ni anal, ni perianal" del niño. (Debo sospechar, por obvio, que el informe forense se emitió con anterioridad a la orden de prisión.)

   Sus señorías lamentan el hecho, la cárcel y lo que consideran "la estigmatización del procesado por un delito que no había cometido". O lo que es lo mismo: estuvo marcado y señalado como violador de un niño... a lo largo de una terrible soledad y un vivir sin vivir que, seguramente, habrá dejado desequilibrios psicológicos en este hombre. Y si fuera padre, en sus hijos. (¿Cuántas veces le habrán gritado, delante de ellos, “¡Violador, hijo de puta!”?)

   ¿Y ahora? ¿Se cierra el expediente y aquí no ha pasado nada? ¿Y la reputación de F.T.G.? ¿A ningún estamento interviniente se le exigirán responsabilidades por haber detenido y encarcelado a un inocente acusado de violar a un niño que no presentó señales físicas de la tal supuesta agresión ni traumas psicológicos, ni desajustes emocionales? F.T.G. podría ser hoy una miseria humana, una piltrafa, un desequilibrado mental… Incluso hasta un preso por actuaciones que se hubieran producido, acaso, como consecuencia de inestabilidades psíquicas ocasionadas por la fuertísima tensión emocional a que se vio sometido. O víctima de una venganza anónima: el mejor violador es el violador violado. Y si lo castran, mejor.

   Un gran amigo tuvo más suerte: solo pasó horas en algún calabozo policial –podredumbre, arcadas y vomitonas, sin retrete (detalle para evitar miserias), sensación de ahogo, conciencia de inocencia que nadie creyó…-. Fue detenido, esposado y transportado en furgoneta policial –su compañero de grilletes era un personaje muy peligroso- porque su novia lo denunció por violencia sobre ella. Y allí permaneció hasta que recordó algo fundamental: había una cámara de seguridad en aquel rincón del aeropuerto. ¿Guardaría en sus entrañas las imágenes de la verdad? En efecto: una policía comprobó que mi gran amigo, al mover los brazos con fuerza y decisión, solo había intentado zafarse de las manos de su expareja. Él no presentó denuncia contra ella una vez fue puesto en libertad, aunque solo estaba “retenido” desde el punto de vista burocrático. Sabía del intenso desequilibrio emocional de ella, de su bloqueo mental, del desajuste psicológico. Sabía que ella actuó fuera de sí, desencajada emocionalmente porque él se iba para alejarse.

   Fayçal Cheffou es un joven periodista que rompió la elemental norma de todo profesional de los medios: fue noticia. Aunque Cheffou ni buscó el protagonismo ni soñó jamás con él: fue detenido por la policía belga bajo la acusación de haber participado en la bárbara matanza del aeropuerto. Bárbara y salvaje, atroz e irracional: significó muertes, heridos, traumas psíquicos personales y colectivos. Además, dejó a la vista fallos tácticos policiales y clara desorganización. Realidades que confirman algo ya sabido: la Unión Europea es solo un mercado de banqueros y enriquecimientos, pero los servicios de inteligencia de los 28 no se fían unos de otros: dominan los nacionalismos frente a la irreal nación europea.

   El rostro de Fayçal Cheffou fue visto, observado y memorizado por decenas de millones de ojos y ciudadanos del mundo que lo identificaron inmediatamente con el terrorismo islamista. Y lo que es peor, con una bestia que debe ser abatida a la primera oportunidad. La sangre de los inocentes clama al cielo por una acción rápida: su muerte.

fayçal cheyfou

   Pero hete aquí que el joven del sombrero negro no es Cheffou. El juez no se dejó llevar por la pasión ni el éxito policial, muy al contrario: ordenó la libertad del periodista por falta de pruebas.  Sin embargo, Fayçal ya está marcado: formará parte de lo que se ha dado en llamar “víctimas colaterales” de incorrecta detención y exhibición pública improcedente. Nada me extrañaría que algún fanático –ahora del bando occidental- busque la venganza por su cuenta: en la civilizada Europa, en la capital europea, Bruselas, la policía acaso condenó a un joven inocente.

   F.T.G; mi amigo y Fayçal son tres ejemplos de actuaciones que amargaron a muchas personas acaso por precipitadas o, al menos, no contrastadas o investigadas hasta el final. ¿No hay responsables?

 * En La casa de mi tía por gentileza de Nicolás Guerra Aguiar