Ha muerto el gurú mayor de la Cultura de Cuba - por Erasmo Quintana *

Hace unos días me llamó el cronista oficial de Guía, Pedro González Sosa, para darme una mala noticia, la muerte del historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, el que dentro de un mes hubiese cumplido 78 años. Se va una gran persona, preparadísimo culturalmente, inmenso humanista y destacado intelectual, además de afable trato y una exquisita probidad. Guardián comprometido de la Cultura cubana, a él se debe la ímproba labor de restaurar bellos y antiguos edificios de La Habana vieja, restituyendo el aromático sabor colonial que la hace tan atractiva. En el fugaz trato personal que tuve con él me contó la hermosa colaboración de la Comunidad Europea, ofreciendo ayuda económica para hacer realidad aquellos trabajos de restauración. 

El historiador de La Habana recibió varias Distinciones Académicas de la Historia de Cuba y diferentes Premios Honoríficos por toda una vida dedicada a la Cultura. Con su íntima convicción de que “España no debe perder Cuba por segunda vez”, fue incansable en el firme y noble propósito de homenajear al hijo predilecto de Guía de Gran Canaria, diputado y presidente por turno de Las Cortes Constituyentes de Cádiz en 1812, Canónigo, Arcediano y Maestrescuela de la Catedral de La Habana, el Dr. Pedro José Gordillo y Ramos. A tal efecto, se puso en contacto con el cronista Pedro González Sosa, para poner unas placas que dijeran que allí vivió y murió tan ilustre guiense. 

Gordillo fue hombre de clara inteligencia, fuerte carácter y absoluta integridad. En Las Cortes de Cádiz defendió con ardor los derechos de Gran Canaria, mancillados por la extraviada rivalidad chicharrera. Fue miembro destacado de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria y también de la importantísima Institución, hermana de la de esta Capital, una de las que aún perviven en las Américas. Queremos resaltar que en la época de Gordillo las Reales Sociedades Económicas, que se habían extendido por todas las Españas, funcionaban como verdaderos Ministerios de Fomento, impulsando la cultura, la educación, la agricultura y otras ramas del progreso y el saber humanos. La de La Habana llevó a cabo intercambio cultural con las de Canarias, y no solo cultural sino que también el de semillas y árboles, y así en nuestra Gran Canaria de hoy se cultivan café, aguacate, guayabo, chirimoya, papayo y tantas otras frutas y árboles tropicales como el laurel o loro de Indias.

Creemos que éste es un meritorio acto de reparación de un injustificado olvido de tan importante personaje que amó a su tierra natal, Guía, y a aquella que le acogió, Cuba; por ello es muy de agradecer que el Historiador de la Ciudad de La Habana, el malogrado Eusebio Leal Spengler, querido y entrañable amigo, fuera quien activara aquella iniciativa que exalta la tradicional amistad entre canarios y cubanos.

En mi condición de concejal de Cultura y Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Guía de Gran Canaria, junto con el presidente honorífico, el también malogrado, Nicolás Díaz-Saavedra de Morales y un pequeño grupo de relevantes hijos de Guía, me acompañaron a la Perla del Caribe para hacer realidad el acto de confraternización Canario-Cubana.

Cuba, perla de las Españas, acogedor hogar de tantísimos canarios -entre los que se encuentra mi progenitor- que fueron a lograr una vida mejor y amorosa patria chica. El viernes, día 6 de mayo de 2005, celebramos el acto de descubrimiento de las placas laudatorias, la que representa al pueblo de Guía y la colocada por el Historiador de La Habana, como representación del pueblo de Cuba, en la central calle Empedrado, justo frente a la Bodeguita del Medio, estación obligada de todo visitante, donde puede probar un inmejorable “mojito” cubano. El añorado historiador, Eusebio Leal, tuvo una brillante intervención, en la que con emocionadas palabras destilaba el gran amor que sentía por aquellas otras lejanas islas españolas, y la gran labor educativa dirigida al pueblo cubano por el personaje que se homenajeaba, el Dr. Gordillo y Ramos. Allí quedaron colocadas las dos “tarjas”, nombre que dan a las placas, en perenne testimonio de gratitud y reconocimiento del pueblo de La Habana a tan distinguido y preclaro hijo de Guía de Gran Canaria.

   * La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana