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jueves, 25 de abril de 2024 15:33h.

Jamás  las cabras se comieron unas hojas de palmera... - por El Pâdre Báez

... y eso que nos visitaban de noche y les aclaraba el día con nosotros a comerse los restos de los potajes, cáscaras de papas, lechugas, etc., verduras y demás, que adrede les poníamos detrás, adonde acudían.

Jamás  las cabras se comieron unas hojas de palmera... - por El Pâdre Báez, presbítero *

... y eso que nos visitaban de noche y les aclaraba el día con nosotros a comerse los restos de los potajes, cáscaras de papas, lechugas, etc., verduras y demás, que adrede les poníamos detrás, adonde acudían. Y henos aquí, que en el campamento -estamos en Peñón Bermejo, donde el Macizo del Noroeste- habíamos plantado 50 palmeras, que aún siguen y allí están, y que al cuidado cada una por dos acampados, se ocupaban de echarles estiércol -de palomas, de cabras, del propio- en la poceta, el riego pertinente y la poda de ramas externas, y siendo así que las cabras nos visitaban -de noche repito, hasta el alba- jamás mordisquearon una de aquellas tiernas hojas de palmera, como para que ahora tengamos que tragar y creer, que si no se dan y prosperan en el lugar las sabinas y cedros de otros tiempos, es porque las cabras se los comen. ¿Se los comen?; pero, ¿quién se cree ese cuento chino? Y en razón  en base de una mentira -poco digno en persona e institución alguna-, ya que es grave pecado social -aparte de religioso- el mentir, y un mandato divino lo prohíbe, digo, que en base a una mentira, matan unas cabras, que teniendo las tiernas y hermosa hojas de las palmeras en una playa desierta, se alzaban a los riscos haciendo caso omiso a lo que no se comen ellas, y menos si lo que dicen quieren volver, haya de nuevo en el lugar como en épocas pasadas, tiene y contiene resina, que en ese caso, antes mueren de hambre que mordisquean, lo que les es repelente y hasta puro veneno que las mata, pues a pesar de esta verdad, muestran la mentira para justificar su matanza.

El Padre Báez, que no habla -escribe- en base a imaginación, sino partiendo de la realidad y experiencia, y que si sale a relucir sus -mis- campamentos, es porque se vea claro conozco el lugar donde acampamos durante 36 veranos seguidos (tres años de mi vida, si sumamos los 36 meses de distintos agostos de tantos años), y sobre las cabras de la zona, tengo muncho y mucho que contar, y algo va saliendo poco a poco, para no cansar. Fueron “compañeras” o “vecinas”, ¡durante 36 años!; ¡si las conoceré bien!

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“... nuestra desgracia y opresión... nos hunden en el polvo...” (salmo 43). / “... las persiguen a muerte... las empujan y confinan...” (salmo 142)./ “... (a pesar de) las delicias de sus ubres abundantes...” (Is. 66,10-14a). / “... las persiguen... ¡siento asco!...” (salmo 118). “... les hacen la guerra... ¡cuánta guerra le han hecho!..., pero no pueden con ellas...” (salmo 128).

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Ya nos queda menos para el encuentro en defensa de las cabras que mata el cabildo: Asociación del Valle de Agaete, 12 de febrero a las 20,30 ¡Ven, y ven acompañado! Avisa a otros.

* En La casa de mi tía a petición de El Padre Báez