Reflexiones peregrinas sobre España - por Erasmo Quintana *

España es un país lleno de anomalías y contradictorio. Lleva más de cuarenta años con un sistema “democrático” que los políticos, Pedro Sánchez (PSOE) por ejemplo, califican de democracia plena, pero que Democracy Index 2021, un informe que analiza el nivel democrático de 165 países y que elabora la revista británica The Economist, ha desmontado en fecha reciente, apercibiéndonos porque de “plena” se ha convertido en “defectuosa” por varios motivos, siendo el principal que hayan transcurrido casi cuatro años la expiración del mandato de la actual composición del CGPJ,

y todavía no se ha renovado como contempla y ordena la Carta Magna. Allí se dice: su composición se renovará cada cinco años, y los presidentes del Congreso y el Senado deberán adoptar las medidas para que dicha renovación se produzca en plazo. El CGPJ estará integrado por el Presidente del Tribunal Supremo, que lo preside, y veinte miembros nombrados por el Rey. De éstos, doce entre Jueces y Magistrados; cuatro a propuesta del Congreso de los Diputados, y cuatro por el Senado, elegidos en ambos casos por mayoría de tres quintos (abogados y juristas). Los ocho que proponen ambas cámaras, serán los partidos mayoritarios quienes los nombrarán.

Y aquí es donde está la madre del cordero. La vigente y caducada composición del Consejo General del Poder Judicial, en la parte mayoritaria que tiene que ver con los políticos, pertenece al PP, pues la elección se hizo con la mayoría absoluta de Mariano Rajoy. Considerando que su partido continúa incurso en distintos hechos delictivos, es obvio que ya no les interesa la Ley ni ponerse de acuerdo con el PSOE para la renovación, haciendo caso omiso de lo que la Constitución establece. Le va en ello la propia vida al PP conservar su mayoría, aunque sea ilegal, como parapeto y defensa de sus intereses de partido. Así, los actuales jueces conservadores miembros del Consejo, tan contentos si los partidos mayoritarios no se ponen de acuerdo. Por ahí ya van nueve años sentados y bendecidos por la plata en mullidos, cómodos y acogedores sillones. 

¿Qué idea podemos tener de nuestro país, España, con lo que está sucediendo? Los pueblos del mundo actúan, por lo general, en función de la idea que tienen de sí mismos. El crédito nacional español en el exterior está muy deteriorado; no hay más que ver la cantidad de veces que ha sido amonestado por la Unión Europea, por los tribunales europeos y por medios de prestigio, poco sospechosos de ser revolucionarios, siendo lo último rebajar la calidad democrática, que pasa de plena a defectuosa por diferentes razones. En lo que tiene que ver con la Justicia (si en un país no hay Justicia, no existe democracia), actualmente amordazada por el principal partido de la oposición, incumpliendo con descaro el constitucional relevo de sus miembros, hoy totalmente fuera de la Ley. Lo actual es que la cúpula del PP: Casado, Ayuso, Egea, Almeida, se descuartiza con las más depuradas prácticas de la Mafia, de final impredecible.

Lo peor es que con esta irresponsable conducta aceleran el abordaje al Gobierno de algo más siniestro todavía: el partido nazi VOX. Qué país. 

Empecemos por considerar que toda consecuencia es producto de una causa. La nuestra, que nos vendieron una “ejemplar” Transición política después de cuarenta años de “democracia orgánica” fascista, venida por un Golpe de Estado militar en 1936, mal llamada Guerra Civil, a la cual pocos catalogan de “tragedia nacional”, que es lo que fue. Mientras, acabada la misma, seguían asesinando a compatriotas porque no eran nazis ni franquistas como ellos; el pueblo se repartió como pudo el hambre, la miseria y sus cartillas de racionamiento.

Y como en toda situación anómala, que llenaba los Sanatorios con enfermos de pulmón por la falta de alimento, las clases privilegiadas agenciando inmensas fortunas. La consecuencia de aquella horrible tragedia continúa con estertores infinitos: vemos que aquel espíritu sobrevuela todavía, porque en las recientes elecciones de Castilla y León -tan franquista al perecer-, hemos sabido que llaman a sus diputados “procuradores”, reminiscencia inequívoca de los Procuradores en Cortes del anterior Régimen.

Todo esto fue bendecido por la Iglesia Católica, que con su apoyo ofrecido al golpista Franco junto con el contrabandista mallorquín, Juan March, ganó los privilegios perdidos por el fugaz avance de las luces. La separación de la religión en la Educación en Europa, España la primera antes de la guerra, no fue posible sin grandes dificultades.

Ese itinerario regeneracionista lo inició Francisco Giner de los Ríos, con su Institución Libre de Enseñanza, al que acompañó un grupo de Catedráticos represaliados. La Residencia de Estudiantes fue su consecuencia, así como la moderna formación del magisterio.

Todo este avance cultural tuvo como principal enemigo el catastrofismo profundo de la España cañí y la alta jerarquía de la Iglesia.

Si no hablamos de un trampantojo, corren en la actualidad aires prometedores de cambio, asumiéndose que distribuir con equidad la riqueza que se genera en el país no significa que por ello se arruine ninguna gran fortuna. Se trata de destinar, con los impuestos, una pequeña y alícuota parte de lo que gana el empresario con el esfuerzo de quien hace que su patrimonio siga creciendo. 

* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana