Civilización Humanista o Barbarie NaziFascista - por Fernando Buen Abad
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Civilización Humanista o Barbarie NaziFascista
Fernando Buen Abad
CUATRO F
Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina?”
Bertolt Brecht
Entre los más amargos problemas que nos asfixian, está la crisis humanitaria generada por el capitalismo. Eso incluye la destrucción de la vida y de la calidad de la vida en todas sus expresiones, la devastación de la integridad psicológica, moral, espiritual y ética de la inmensa mayoría de las personas. Implica la aniquilación consuetudinaria de la esperanza de vida buena, felicidad y alegría. Así y todo, está en pie la rebeldía inquebrantable, con su fuente de dignidad y su, aún inconclusa, unidad proletaria revolucionaria.
Podríamos llenar páginas enteras con un numererío macabro. Estadísticas, encuestas, cálculos y proyecciones apocalípticas. Además de caer en la emboscada de los “datos duros” y en la tentación burguesa de deprimirnos y desmovilizarnos para regocijo de ellos. Salir en la “tele” como comentaristas doctos del epilogo histórico en los funerales de la lucha de clases y hecha la autopsia de las izquierdas. En suma, acudiríamos al inventario completo de las canalladas ideológicas burguesas para colaborar en los frentes del fingimiento donde se incuban las expresiones nazifascistas nuevas y las renovadas también.
En el corazón de la crisis del capitalismo se incuban los virus del nazifascismo nuevo que sí será televisado porque, aparte de macabro, resulta ser un gran negocio y un espectáculo entretenido. En el alma misma del capitalismo que se pudre, está la desesperación mezclada con odio “hirviendo en caldos” de racismo, intolerancia, clasismo y petulancia. Sólo hay que ver los gestos de sus ideólogos y de sus sirvientes. En sus rostros se trasmina la irracionalidad individualista, el frenesí mercenario y la lujuria del racismo.
En el planeta las condiciones objetivas determinan un estado de disputa interminable que deja costos en la conciencia y en la práctica infestada con analfabetismos de género diverso, hambre multiforme, desempleo peripatético y todas las insalubridades imaginables. Cero palabrerío en defensa de la humanidad que valga si sólo es ilusionismo o filantropía de buenos propósitos. La Tierra es un espacio geográfico con historia, sentidos, sabores, olores y sabidurías gestadas por la lucha de clases que habitan en todas las relaciones sociales y todas las escalas emocionales y simbólicas. No somos ingenuos en territorios de tensiones semánticas ni de terruños. Donde todo es corrupción, humillaciones y desprecio el humanismo que no combata el nazifascismo trata, simplemente, de habladuría de salón o engañifa de burócratas.
Ahí donde la especie humana es víctima de la triple extorsión patronal, fiscal y religiosa, hablar de humanismo es simplemente grotesco sino ofrece instrumentos reales de transformación concreta en lugar de idilios escapistas. Es la realidad de la lucha lo que determina la conciencia. Semántica de combate. Por eso es imprescindible un plan de lucha anticapitalista, antiimperialista, civilizatoria, de paz y humanista, forjado con la fuerza de la organización que combate todo carácter individualista en un debate permanente y obligatorio entre civilización o barbarie. Esto es una asignatura pendiente e histórica, que recorre las décadas en busca de una consonancia semiótica planetaria, es decir, geosemiótica, en la que se haga visible el poder crítico de la conciencia emancipadora en los territorios y también en la necesidad de una carta humanista revolucionaria capaz de transformar el humanismo.
Luchar contra el nazifascismo significa aquí el esfuerzo teórico y práctico por caracterizar la red compleja, diversa y dinámica de las batallas en la dialéctica del sentido, en las leyes generales de su desarrollo y en la red compleja y no pocas veces interconectada de los significados emancipatorios con que se organiza la identidad y la conducta de clases, sus basamentos filosóficos y sus expresiones morales y éticas.
Despleguemos todas las tareas que sean necesarias en la lucha contra el nazifascismo, en lo cotidiano y por la emancipación del sentido porque es un reto de urgencia crítica que compromete, de manera multidisciplinaria, a quien pretenda contribuir a orientar las luchas independentistas para oponerse a las formas dogmáticas, mecanicistas o esquemáticas con que se aspira resolver no sólo la problemática humana de nuestro tiempo, sino también la idea de ser humano separado del principio urgente de la justicia social. Hay que combatir el ilusionismo filantrópico con una declaración de acción concreta contra las ofensivas del neonazifascismo, donde reina lo inhumano del modo de producción dominante y de las relaciones de producción alienantes con todos sus significados, medios y modos.
* Gracias a Fernando Buen Abad y CUATRO F
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