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viernes, 19 de abril de 2024 00:09h.

EL PAÍS: díme qué criticas y te diré qué eres... - por Chema Tante

No faltan, en esta prensa mercenaria que sufrimos en el estado de derecha, la manipulación de las informaciones y los concpetos y los editoriales engañosos. Es algo a lo que no se acostumbra uno, pero ahí esta. Sin embargo, me congela el alma comprobar el grado de bajeza a que puede llegar un medio que naciera -y lo fuera, muchos años- como una referencia del progreso, la libertad, la solidaridad y la sensibilidad social. Sí. Me estoy refiriendo a EL PAÍS.

EL PAÍS: díme qué criticas y te diré qué eres... - por Chema Tante

No faltan, en esta prensa mercenaria que sufrimos en el estado de derecha, la manipulación de las informaciones y los conceptos y los editoriales engañosos. Es algo a lo que no se acostumbra uno, pero ahí esta. Sin embargo, me congela el alma comprobar el grado de bajeza a que puede llegar un medio que naciera -y lo fuera, muchos años- como una referencia del progreso, la libertad, la solidaridad y la sensibilidad social. Sí. Me estoy refiriendo a EL PAÍS.

A EL PAÍS no le tiembla el teclado para largar frases como ésta: "Pero es importante no dejar que el porvenir sea decidido por un grupo de demagogos en Atenas y otros muchos, a izquierda y a derecha, que querrán sumárseles en los próximos días, en varios países del continente. "

A EL PAÍS no le atormenta su trayectoria de defensa de la democracia, para afirmar que una consulta ciudadana es mediocre. Claro que le parece mediocre la consulta griega a EL PAÍS, que todavía no ha salido de las tribulaciones financieras a que le llevaron las veleidades megalomaníacas de su empresa editora. Claro que le parece mediocre, porque los resultados no han sido los que le convienen a la banca a la que tanto debe EL PAÍS. Me gustaría ver qué hubiera dicho EL PAÍS de esta consulta, si los resultados fueran otros. Entonces, seguramente, EL PAÍS hablaría de respetable ejercicio democrático.

Lo que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá en Grecia es -como en el estado español y en los otros países del sur de Europa- el resultado de una operación malvada que se ha dediciado a torpedear las posibilidades de estabilidad económica, por la vía de sustituir un esquema fiscal lógico, en el que quienes tienen el dinero sostienen con sus impuestos al sector público, por un esquema, que a la gente que paga a EL PAÍS le parece sensato. Un esquema diabólico que se reduce, simplemente a esto: los gobiernos no tienen que recaudar lo que necesitan para sostener el gasto, basta con que mantengan una serie de ventajas para empresas y fortunas, que permitan el abuso laboral, las barbaridades medioambientales, la corrupción urbanística, las estafas bancarias,las manos libres para el sector privado en tanto se acogota a lo público. . Y, a cambio de eso, la especulación financiera internacional proveerá a esos gobiernos sumisos los recursos que necesite, vía Deuda. Eso sí, con el pago de los correspondientes intereses. De esta manera, se cierra el círculo siniestro y se convierte en espiral asesina. Los gobiernos pagan deuda e intereses, comprometiendo a sus pueblos, cada vez, con más deuda.

La solución que rompa esta espiral asesina es la única que salvará a los pueblos -todos- de Europa del desastre. La solución que recupere la Unión Europea que nos ilusionó y cuyos ideales han sido traicionados por unos gobiernos malandrines, que copan el poder mediante el poder intoxicador de la opinión que le confiere la fortaleza económica de sus patrones.

Digan lo que digan, todos estos medios al servicio de los intereses neoliberales, en Grecia, como en toda Europa, se está ventilando el problema fundamental: que los intereses de unos acreedores que se han beneficiado prestando caro un dinero que a ellos les sale gratis, no pueden prevalecer sobre los derechos humanos. No lo digo yo, lo dice la ley europea. Esto no es cosa de demagogia radical, es cosa de proteger a la gente desamparada.

Porque, como dice Antón Losada, los tecnócratas tienen que enterarse de una vez de como va esto de la democracia. No es que los pueblos tengan que votar lo que ellos digan. Son ellos los que tienen que hacer los que los pueblos voten. Lo contrario, lo que sostiene EL PAÍS, sí que es talante de demagogos.

 

http://elpais.com/elpais/2015/07/05/opinion/1436120635_624040.html