Con su meticulosidad de costumbre, Enrique desgrana los, como dice en el título, éxitos y fracasos del sindicato mayoritario en en área educativa canaria, aplicando especial atención a la batalla por la homologación de las y los docentes con el resto del funcionariado de la nacionalidad.. Aunque me permitiré apostillar que los fracasos en ese aspecto se deben más a la cerrilidad de quienes se han sucedido al frente de la Consejería que al buen o mal hacer del sindicalismo.

Y otro detalle que no veo que haya mencionado Enrique y que me parece destacable es la valentía de José Mendoza y Marino Alduán, que aceptaron meterse en el comprometido brete de pasar de posiciones destacadas en el sindicato, a ocupar la cabeza de la Consejería. A pesar de la dificultad de bregar con sus compañeros y compañeras, la gestión de Mendoza y Alduán en el gobierno creo que puede considerarse muy buena. Y, vale la pena decirlo, aunque él con su habitual modestia, lo obvie, lo mismo pienso yo respecto a la propia actuación entonces de Enrique.

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