Aunque, como dice Greg Palast, parecería que nada de esto le importa a nadie, debería importarle a mucha gente más. En especial a quienes desde el gobierno se ufanan de ser progresistas pero permiten y avalan solidariamente que se pierdan decenas de miles de dinero público, y sobre todo, que se pierda la oportunidad de que en este estado cada vez más de derecha no podamos tener una banca pública que contenga los desmanes y estafas de la banca privada. En artículo que recomienda el coherente veterano militante socialista Antonio Aguado, Juan Torres, desde PÜBLICO, analiza esta barbaridad. Yo, Chema Tante, resumo: A todas las actuaciones delictivas y abusivas que desarrolla la banca privada, se suma la mayor: Como funcionan en exclusiva en el ámbito de la intermediación financiera, hacen creer que, o están ellos o viene el caos. Entonces roban con alevosía y a pleno sol, todo el dinero que encuentran y después chantajean al gobierno de turno con eso del caos y le obligan a soltar la mosca para tapar los agujeros del dinero saqueado. Pero "¿A quién diablos le importa?"