Erika González, Miguel Espada y Alfons Pérez relatan en EL SALTO y OMAL lo que debería ser un escándalo, pero se vende como estrategias de recuperación económica. Federico Aguilera Klink señala el artículo y él y yo, Chema Tante, lo comentamos.
MAGNET, EL ECONOMISTA, EL PAÍS, DINERO, son algunos de los medios que informan, sin excesiva rimbombancia, de algo que a mí, Chema Tante, me parece significativo. Como dice Fernando Sabaté, que ha levantado el conejo., "Ya que importamos kiwis desde Nueva Zelanda (qué barbaridad), podríamos importar esto también". Porque eso del PIB, igual que lo de la renta per cápita son falacias idénticas a la del pollo estadístico. Analistas y comentaristas pegan alaridos de alarma o satisfacción, cuando sube o baja el PIB, cuando, dicen, crece o baja la economía. Pero a la gente común y corriente, las y los pobres, no no enteramos de si sube o baja el endiablado PIB. Nuestra parte del pollo es más bien raquítica. En Nueva Zelanda, a partir del día 30 de mayo, no se tragan la descomunal mentira. Y empiezan a trabajar con la verdad.
Deprimente y alarmante, lo que dice Roberto Saviano y nos traslada Manuel tori en PÚBLICO. lo señala Federico Aguilera Klink. Como si no tuviéramos bastante con la mafia de la banca botinera´, de los buitres fondos de inversión y demás resortes de la oligarquía neoliberal, encima tenemos la acción cruel de la Mafia, que un día fuera siciliana, luego se instaló en USA, pero ahora es internacional, con una potente presencia en este estado de derecha. Y yo, Chema Tante, vuelvo a acusar de estas cosas a unos gobiernos que nunca se preocupan de trincar y crujir a esta delincuencia. Le decía Baldoví al Gobierno en el Congreso"Vigilen a los bancos", con toda la razón. Ahora sabemos que en esos créditos con aval público que la banca está obligada a conceder sin condiciones, muchos bancos ponen mil y una condiciones. Y ahí está la causa y la consecuencia: las empresas a las que se deniega el crédito a que tiene derecho, acaba en las manos de la mafia. En definitiva, en las mismas manos, pero en condiciones más crueles. La banca mafiosa, la mafia bancaria, como siempre, se lucran con la desgracia ajena.