Domingo Méndez es un referente - por Marco Lojo
Quien haya vivido su adolescencia en estas islas, seguro que habrá sido testigos en alguna ocasión del fenómeno de aquellos que, sin confrontar directamente en la misma, enardecen a los posibles contendientes con unas expresiones inequívocas: “¡Tain! Lo que te dijo” o “¿Tú te dejas decir eso? Chos, yo no me dejaría”. Luego, seguramente habrán visto una figura aún peor: los que, presentándose como pacificadores, haciendo que separan, aprovechan para pegar la patada a uno de los contendientes. Obviamente, no son mediadores: actúan de parte.
Decir hoy en día que estamos entrando en “tiempos violentos”, parece o un mal chiste o un ejercicio de puro cinismo.
Hay palabras de amor y palabras de odio, palabras de gratitud y de sufrimiento. Palabras que escuchamos y que permanecerán para siempre en nuestra conciencia, como la primera palabra de un hijo, o las últimas que escuchamos a nuestros seres queridos cuando parten de este mundo. También están las palabras que queremos olvidar por ser demasiado hirientes, o porque pasan de largo en nuestras vidas, como el formulario burocrático con el que nos multaron o la lección de aquella asignatura que odiábamos tanto.
Estos días de incomprensible victoria de un partido neoliberal lleno de cleptómanos de lo público y auténticos piratas de las arcas del Estado –sobre todo, del bolsillo de los más pobres-, se reiteran los comentarios acerca de que ganó “lo viejo sobre lo nuevo”, “el miedo” o “la ignorancia”.
“En este mundo podrido y sin ética, a las personas sensibles sólo nos queda la estética”(Maki Navaja)
Que un bufón del Reino llore lágrimas de cocodrilo a miles de kilómetros para ganar en votos y encima tenga audiencia, siquiera para que le contesten, era una cosa habitual en esa política-espectáculo de antes de 2011, en un país de pandereta cuyos shows electorales a una población menor de edad les permitía impunemente seguir malversando y culpándonos por una miseria que no dejaba de seguir creciendo. Pero los ciudadanos de hoy ya no creemos en el "coco", ni en el "hombre del saco", ni en el fantasma del "comunismo" o en el de "Hugo Chávez".
Este año, el 15 de mayo cae en domingo de Pentecostés. En la fiesta judía antecesora, Shavout, se celebra la entrega por Dios de los mandamientos (Leyes) a Israel. Pero su origen es agrícola: tiene que ver con la fiesta de la recolección, en la que se ofrecían primicias a Dios por lo producido por la tierra, compartiendo dichos frutos.
La persecución de la “caverna mediática” a Podemos no tiene parangón: se trata de que cualquier propuesta que haga este grupo político, no sólo sea criticado –función loable que justifica la existencia de medios de comunicación plurales-, sino que, sea vilipendiado y calumniado –algo que ya choca con delitos de injurias y calumnias que se recoge en nuestro Código Penal y el código deontológico de la profesión periodística-, aunque sea faltando descaradamente a la verdad: algo que, directamente, contradice el derecho a libertad de información garantizado en nuestra Constitución, el derecho a una “información veraz”.