Federico Aguilera Klink recomienda este interesantísimo, revelador, oportuno y, si me apuran, bochornoso ejercicio de recuperación histórica que hacen en SIN PERMISO, repescando este texto extraído de  Por la felicidad y la libertad​. Maximilien Robespierre surge de las profundidades de la Historia para mandarles una tremenda cachetada, tanto a los crueles neoliberales que niegan de plano todo auxilio a la gente desamparada, como a los y las llamadas progresistas que forcejean con justificaciones burocráticas el retraso del ingreso mínimo vital. Un mecanismo de Justicia Social y Fiscal por el que está empeñada la lucha de Unidas Podemos, que se cubre de gloria por ello. Y, quien lea con detenimiento las palabras del revolucionario, verá que este tipo de acciones sociales no solamente son una cuestión de equidad, sino de inteligencia económica. Habrá que repetir otra vez que todo el dinero que reciben los pobres, va directamente a la economía, vía consumo, en tanto que las ayudas a las empresas acaban en buena parte en manos de las y los accionistas que derivan muchos de esos recursos a la especulación financiera. 

EL DIARIO ofrece este artículo de Jacques Attali, en traducción de Carlos Pfretzschner. Lo selecciona el coherente veterano militante socialista Antonio Aguado. Attali aporta "10 lecciones provisionales y positivas" que extrae de la crisis del coronavirus. Attali anima a pensar positivamente, pero sin olvidar que esta es la oportunidad de sacudirnos de encima una línea de pensamiento egoísta que ha llevado a la Humanidad a este desastre.

Uno tras otro, traigo a La casa de mi tía testimonios de las terribles consecuencias que se vienen por el coronavirus para la gente de abajo. Y, uno tras otro, van acrecentando la angustia. Porque la triste realidad no puede ocultarse, pero los gobiernos felones y las oligarquías no dan muestra alguna de clemencia con la gente desafortunada. El neoliberalismo sigue mandando. Valeria Pulignano y Claudia Marà ofrecen en SOCIAL EUROPE este preocupante texto que mantiene la alarma. La clave, es la ausencia de solidaridad.