Estos recuerdos de aquellos años me han golpeado el corazón estos días con el asesinato de estado del joven activista Santiago Maldonado
Solo hay dos cosas que Diego recuerda nitidamente, que ni siquiera las nubes negras de la desmemoria le pueden destruir: Su hermano Braulio González García, asesinado por los fascistas en su cuna el 24 de diciembre de 1936 a las doce de la noche y a su nieta Famara, quizá lo que más ha querido y quiere en su vida.
Sor Amparo era la única que tenía algo de humanidad en la Casa del Niño de Las Palmas, la monja de unos 55 años los protegía de las palizas y las borracheras de los curas y falangistas, que venían de noche a escoger a los chiquillos que iban a violar, estaba mal vista por el clero canario y le habían puesto la etiqueta de “comunista”, simplemente por no permitir los abusos sexuales, las palizas y la venta de los chiquillos huérfanos de personas asesinadas en la isla por los fascistas.